El objetivo final de toda consagración es Jesús; La Virgen María es el medio perfecto para alcanzar mayor unión con Cristo y es fuente de protección maternal contra los males que acechan el mundo.
Es nuestra abogada, la que nos protege y nos guía hacía el Altísimo. Por éste motivo la oración de Consagración a la Virgen María es una buena práctica, de esta manera podemos consagrarnos frecuentemente ante nuestra Madre Divina.
Oración
Yo, pecador arrepentido,
renuevo y ratifico hoy en tus manos,
oh Madre Inmaculada, las promesas de mi bautismo,
renuncio a Satanás y decido seguir a Jesucristo
aún más de cerca que nunca.
María te doy mi corazón.
Enciéndelo, por favor, con el amor por Jesús.
Hazlo siempre atento a su ardiente ser de amor y de almas.
Guarda mi corazón en tu Corazón Purísimo
para que yo pueda amar a Jesús
y a los miembros de su cuerpo con tu mismo amor perfecto.
María, me entrego totalmente a ti:
mi cuerpo y alma, mis bienes interiores
y exteriores e incluso el valor
de todas mis buenas acciones.
Haz de mí, por favor,
de todo lo que soy y tengo,
lo que más te agrade.
Permíteme ser un instrumento digno
en tus manos inmaculadas y misericordiosas
para rendirle el mayor homenaje posible a Dios.
Si me caigo, por favor dirígeme nuevamente a Jesús.
Lávame en la sangre y agua que brotan
de su costado traspasado y ayúdame
a no perder nunca la confianza
en esta fuente de amor y misericordia.
Contigo Oh, Madre inmaculada,
tú que siempre haces la voluntad de Dios,
me uno a la consagración perfecta de Jesús,
mientras se ofrece en el Espíritu al Padre,
por la vida del mundo, Amén.
Promesas
(M. 1426): Esa Consagración, que no requiere papeles ni fórmulas, porque esa Consagración irá directamente a Mi Corazón: será única y exclusivamente para Mi Corazón y será recibida por Mi Corazón. Debéis tener amor y devoción a María; oración constante del Santo Rosario y participación diaria en la Santa Eucaristía. En el amor a la Madre, hallaréis al Amor del Hijo; en la oración a la Madre, estaréis en unión con el Hijo y en la Santa Eucaristía, os encontraréis con el Hijo.
Origen
La consagración a María es el acto por excelencia del culto de hiperdulía por medio del cual un cristiano se dedica a María estableciendo un nuevo vínculo religioso que se caracteriza por una pertenencia espiritual que tiende hacia la totalidad del deseo de este en cumplir la voluntad de Dios por medio de María.
El camino directo a Jesús: La oración de consagración a la Virgen María
Jesús tiene un infinito amor para darnos y quiere que lo recordemos cada día, por eso, podemos llegar a Él de diferentes maneras, una de ellas es a través de la Oración de Consagración a la Virgen María. Pues es a través de la Santa Madre que podremos tomar el camino directo a nuestro amado Jesús, porque es Ella quien mejor conoce su corazón, no sólo es su madre, también es su confidente y protectora.
Con esta oración se culmina la consagración total al corazón de Jesús a través de María según San Luis María Grignion de Montfort, también conocida como la oración de Consagración Total a Maria de 33 días. En ambos casos, su método consiste en una preparación sería de nuestra alma por medio de oraciones durante los 12 días previos, así nuestra alma queda vacía del espíritu del mundo que es totalmente opuesto al Espíritu de Jesucristo. Luego vendrán tres semanas de oración y meditación durante las cuales buscaremos un mejor conocimiento de nuestra alma. La primera semana será para uno mismo, la segunda semana para María y la tercera semana para Jesucristo.
Luego de estas tres semanas hay que confesarse y comulgar con la intención de entregarnos a Jesucristo como esclavos de amor a través de la Virgen.
Por eso, si a cada acción que haces le pones buena voluntad alegría y amor, la Santa Madre lo presentará a Jesús quién junto con el Espíritu Santo aumentarán las bondades de tu obra. Recuerda que cada acción y cada palabra que salga de tu boca debe estar llena de amor hacia ti y hacia tu prójimo.
El Corazón Inmaculado de la Santísima Virgen está hecho para ingresar al Corazón de Su Hijo, para latir al unísono con el Corazón Divino.
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