Este sexto día de la Novena a la Divina Misericordia invita a aquellos que se encuentran tibios en su relación con Dios a experimentar una conversión y transformación interior, permitiendo que la misericordia de Dios los llene de un fervor renovado.
Al abrir nuestros corazones y suplicar la misericordia de Dios, podemos experimentar su gracia abundante y sanadora, que nos ayuda a superar nuestra tibieza y nos guía hacia una mayor entrega a su amor y voluntad.
Oración
“Hoy, tráeme a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños, y sumérgelas en mi misericordia. Éstas son las almas más parecidas a mi Corazón. Ellas me proporcionaron fortaleza durante mi amarga Agonía, ya que las veía como ángeles terrenales, velando junto a mis Altares. Derramo sobre ellas un torrente de gracias porque sólo el alma humilde es capaz de recibir mi gracia. Es a las almas humildes a las que concedo mi Confianza.”
Misericordiosísimo Jesús, que dijiste: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”.
Acoge en el seno de tu Corazón desbordante de piedad,
a todas las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños.
Estas almas son las delicias de las legiones celestiales
y las preferidas del Padre Eterno que muy particularmente se recrea en ellas,
Son como un ramillete de florecillas que despiden
su perfume ante el trono de Dios, y el mismo Dios se embriaga con su fragancia.
Ellas encuentran abrigo perenne en tu piadosísimo Corazón,
oh, Jesús, y entonan incesantemente himnos de amor y de gloria.
Padre eterno, vuelve tu mirada llena de misericordia hacia las almas mansas,
hacia las almas humildes y hacia las almas de los niños pequeños
acurrucadas en el seno del Corazón de Jesús rebosante se piedad.
Estas almas son las que se asemejan más a tu Hijo.
Su fragancia asciende desde la tierra hasta alcanzar tu trono,
Señor y Padre de misericordia y de bondad Suprema,
te suplico bendigas a toda la humanidad por el amor
que te inspiran estas almas y el gozo que te proporcionan,
para lograr que todas las almas entonen a la vez,
las alabanzas que se merece tu misericordia
por los siglos de los siglos. Amén. (Diario lll, 61-62)
Promesas
Jesús hizo varias promesas a aquellos que practican la Novena a la Divina Misericordia con fe y devoción. «A las almas tibias las calentaré y las elevaré a un grado de fervor que no habían experimentado antes». «Las almas que recen esta Novena obtendrán todo lo que pidan en virtud de mi misericordia, siempre y cuando eso esté de acuerdo con mi voluntad».
Origen
La Novena a la Divina Misericordia se basa en las revelaciones de Jesús a Santa Faustina Kowalska, una monja polaca del siglo XX. Estas revelaciones se encuentran registradas en su diario, «La Divina Misericordia en mi alma». Santa Faustina fue canonizada por el Papa Juan Pablo II en el año 2000 y se le otorgó el título de «Apóstol de la Divina Misericordia». A través de sus experiencias místicas, Santa Faustina recibió instrucciones de Jesús para promover y difundir la devoción a la Divina Misericordia.
Renovando la llama de la fe: El sexto día de la Novena a la Divina Misericordia
La Novena a la Divina Misericordia es una poderosa devoción que nos invita a sumergirnos en la infinita misericordia de Dios durante nueve días consecutivos. En este día 6 de esta Novena, nos dirigimos a Dios con un propósito especial: implorar su misericordia para las almas tibias. Es un momento de reflexión profunda y renovación espiritual, en el que buscamos encender la llama de la fe en aquellos corazones que se han enfriado o han perdido su fervor.
La tibieza espiritual puede afectar a cualquier creyente en su camino de fe. Es un estado en el que los corazones se vuelven apáticos, indiferentes o descuidados en su relación con Dios. En el sexto día de la Novena, reconocemos este desafío y nos unimos en oración para aquellos que han perdido su entusiasmo y fervor espiritual, buscando su conversión y un reavivamiento de su fe.