El ayuno no es una privación de alimentos en nombre de Dios, como muchos suelen pensar, al contrario, para Dios un ayuno aceptable es cuando nos comprometemos públicamente con aquellos con los que normalmente no nos comprometemos. Si bien es negarse el pan, el significado es bendecir el pan ayunado para compartirlo con otros que lo necesitan. Lo mismo sucede con el afecto, la compasión, el interés, que no debe quedarse en uno, sino compartirlo con todos nuestros hermanos.
“El valor del ayuno consiste no solo en evitar ciertas comidas, sino también en renunciar a todas las actitudes, pensamientos y deseos pecaminosos. Quien limita el ayuno simplemente a la comida, está minimizando el gran valor que el ayuno posee. Si tu ayunas, ¡que lo prueben tus obras! Si ves a un hermano en necesidad, ten compasión de él. Si ves a un hermano siendo reconocido, no tengas envidia. Para que el ayuno sea verdadero no puede serlo solo de la boca, sino que se debe ayunar de los ojos, los oídos, los pies, las manos, y de todo el cuerpo, de todo lo interior y exterior. – Extracto de una reflexión hecha por San Juan Crisóstomo sobre el ayuno.
Oración
Señor Dios, aquí me inclino en este momento ante ti, reconociendo tu gloria, buscando tu misericordia, tu perdón, tu amor, tu guía, tu fuerza y tu instrucción a través de este ayuno.
Te doy gracias por todas las provisiones que me has dado a lo largo de mi historia de vida. Gracias por la creación y por tu sustento, de la cual no hay medida que pueda devolver.
Padre, Tú eres todopoderoso y omnipotente a tu manera. Eres grande y poderoso. Por eso, te entrego este pequeño sacrificio mío del ayuno esperando que te sea agradable. Quiero privarme no solo del alimento diario, sino de todas aquellas malas acciones que me distancian de Ti.
Da me fuerzas para superarme y entregarte lo mejor que hay en mí, Por Jesucristo nuestro Señor. Amén
Origen: Se menciona por primera vez en los libros de Éxodo 24:18; 34:18 y Deuteronomio 9:9 cuando Moisés estuvo en el Sinaí “cuarenta días y cuarenta noches sin comer pan ni beber agua”. Aunque es un llamado por parte de Dios, el ayuno no fue ni planeado por Moisés ni organizado por Israel. Fue un ayuno forzado, debido a que Moisés subió en obediencia al mandato divino.
Promesas: Hacer ayuno nos liberará de ataduras satánicas como dice la Biblia: “¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?” (Isa.58:6).
Si se acompaña el ayuno con la oración lograremos ganar batallas: “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” (2ª.Cor.10:4)
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