La oración de Santa Brígida de un año se puede empezar en cualquier momento, por lo que no necesitas una fecha especial, puedes empezarlas desde cualquier día, incluso desde hoy.
Esta oración la tendrás que hacer durante todo un año de manera consecutiva. Estas oraciones fueron entregadas a Santa Brígida quien recibió de Jesucristo dos juegos de oraciones, en las cuales se encuentran Oraciones para rezar durante un año y las Oraciones para rezar durante 12 años. Asimismo, recibió otro juego de oraciones de la Virgen María, en la cual se hace una devoción diaria sus Siete Dolores.
Oración
Primera oración
¡Oh Jesús mío! ¡Oh eterna dulzura para los que te amamos!
¡Oh gozo supremo que supera todo gozo y deseo!
¡Oh salvación y esperanza nuestra!
Infinitas pruebas nos has dado de que tu mayor deseo
es estar siempre con nosotros;
y fue este sublime deseo,
¡Oh bendito amor! El que te llevó a asumir la naturaleza humana.
¡Oh Verbo Encarnado!, recuerda aquella Santa Pasión
que abrazaste por nosotros, para cumplir con el divino plan
de reconciliación de Dios con su criatura.
Recuerda Señor tu última cena, cuando rodeado de tus discípulos,
y después de haberles lavado los pies,
les diste tu precioso cuerpo y sangre.
Recuerda también cuando tuviste que consolarlos
al anunciarles tu ya próxima Pasión.
Fue en el huerto de los Olivos,
¡Oh Señor!, donde se escenificaron
los peores momentos de tu Sagrada Pasión:
porque fuiste invadido por la más infinita de las tristezas
y por la más dolorosa de las amarguras, y que te llevaron
a exclamar todo lleno de horror y de angustia:
«¡Mi alma está triste hasta la muerte!»…
Tres horas duró tu agonía en aquel jardín;
y todo el miedo, angustia y dolor que padeciste allí,
¡fueron tan grandes!, que te causó sudar sangre copiosamente.
Aquello escapaba a toda descripción,
hasta tal punto que sufriste más allí
que en el resto de tu Pasión, porque ante tus divinos ojos
desfilaron aquellas terribles visiones de los pecados
que se cometieron desde Adán y Eva hasta aquellos mismos instantes,
y los pecados que se estaban cometiendo en aquellos momentos
por toda la faz de la tierra, y los que se cometerían en el futuro,
¡siglos enteros!, ¡hasta la consumación de los tiempos!
Pero, ¡Oh amor que todo lo vence! A pesar de tu temor humano,
así contestaste a tu Padre:
«¡No se haga mi voluntad, sino la tuya!» E inmediatamente,
tu Padre envió aquel precioso Ángel para confortarte…
Tres veces oraste, y al final llegó tu discípulo traidor, Judas.
¡Cuánto te dolió aquello!
Fuiste arrestado por el pueblo de aquella nación
que Tú mismo habías escogido y exaltado.
Tres jueces te juzgaron, falsos testigos te acusaron,
cometiendo el acto más injusto de la historia de la humanidad,
¡condenando a muerte a su Autor y Redentor!
¡A aquél que venía a regalarnos la vida eterna!
Y te despojaron de tus vestiduras y te cubrieron los ojos…
e inmediatamente aquellos soldados romanos
comenzaron a abofetearte, y llenarte de salivazos,
y golpes llovieron contra tu delicado cuerpo.
Y te retaban a que les dijeras quién era el que te lo hacía.
De repente, aquella corona de espinas te la incrustaron
mutilando tu cabeza de mala manera;
¡rompiendo carne, venas y nervios!
Para contemplar la mofa a tu condición de Rey,
te dieron un cetro: una vulgar caña que colocaron en tus sagradas manos.
¡Oh sublime enamorado de nuestras almas!,
recuerda también cuando te ataron a la columna.
¡Cómo te flageló aquella gente!…
No quedó lugar alguno en tu maravilloso
cuerpo que no quedara destrozado bajo los golpes de los látigos.
Otro cuerpo humano hubiese muerto con menos golpes…
La escena era terrible: ¡huesos y costillas podían verse!
¡Cuánta furia desatada contra el Hombre-Dios!
Oh Jesús mío, en memoria de aquellos crueles tormentos
que padeciste por nosotros antes de la crucifixión,
concédenos antes de morir un verdadero
arrepentimiento de nuestros pecados,
que podamos satisfacer por ellos,
que hagamos una santa confesión,
te recibamos en la Santísima Eucaristía,
y así, alimentada nuestra alma, podamos volar hacia Ti. Así sea.
Rezamos un Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Rezamos un Ave María
Dios te salve, María, llena eres de gracia;
el Señor es contigo; Bendita tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Rezamos un Gloria
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Segunda Oración
¡Oh salud y alimento de mi alma, libertad verdadera de ángeles y santos!,
¡Paraíso de delicias! Recuerda el horror y la tristeza que sufriste
camino al lugar donde te aguardaba una cruz,
cuatro clavos y los verdugos cuando toda aquella turba se apretujaba a tu paso,
y te golpeaba e insultaba impunemente, haciéndote víctima de las más espantosas crueldades.
Pero más te dolía la ingratitud de ellos, que los golpes que te infligían,
pues era precisamente por ellos y por todo el género humano,
que llevabas aquella Cruz sobre tus hombros destrozados.
Por todos aquellos tormentos y ultrajes,
y por las blasfemias proferidas en contra de Ti,
te rogamos, ¡Oh dueño de nuestra alma! que nos libres de nuestros enemigos,
visibles e invisibles, y que bajo tu protección
logremos tal perfección y santidad,
que merezcamos entrar contigo en tu Reino. Así sea.
Rezamos un Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Tercera Oración
¡Oh dueño de nuestra existencia! Tú que siendo el Creador del Universo,
del Cielo y de la Tierra, de ángeles y hombres,
a quien nada puede abarcar ni limitar
y que todo lo envuelves y sostienes con tu amoroso poder,
sin embargo, te dejaste matar por tu obra maestra, el hombre, para justificarlo ante Ti mismo.
Recuerda cada dolor sufrido,
cada tormento soportado por nuestro amor,
cuando los judíos con enormes clavos taladraron tus sagradas manos y pies.
¡Qué espantosa escena se produjo cuando con indescriptible crueldad,
tu cuerpo tuvo que ser estirado sobre la Cruz para que tus manos
y pies llegaran hasta los agujeros previamente abiertos en el madero!
¡Con cuánta furia agrandaron aquellas heridas!
¡Cómo agregaron dolor al dolor, cuando tuvieron que estirar
tus sagrados miembros violentamente en todas direcciones! ¡Oh Varón de dolores!
Recuerda cuando tus músculos y tendones eran estirados sin misericordia,
y tus venas se rompían, y tu piel virginal se desgarraba horriblemente,
y tus huesos eran dislocados.
¡Oh Cordero Divino! en memoria de todo lo ocurrido en la colina del Gólgota,
te rogamos nos concedas la gracia de amarte y honrarte cada día más y más. Así sea.
Rezamos un Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Cuarta Oración
¡Oh divino mártir de amor! ¡Oh médico celestial
que te dejaste suspender en la Cruz para que por tus heridas
las nuestras fueron curadas! Recuerda cada una de aquellas heridas
y la tremenda debilidad de tus miembros,
que fueron distendidos hasta tal punto que jamás
ha habido dolor semejante al tuyo.
Desde la cabeza a los pies eras, todo llagas,
todo dolor, todo sufrías; eras una masa rota y sanguinolenta,
y aún así llegaste, para sorpresa de tus verdugos, a suplicar a tu Padre,
eterno perdón para ellos diciéndole: ¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!
¡Oh Cristo bendito! En memoria de esta gran misericordia que tuviste,
que muy bien pudiste lanzar a todo aquel mundo malvado
a los abismos infernales con un solo acto de tu poderosa voluntad,
por aquella tan grande misericordia que superó a tu justicia divina,
concédenos una contrición perfecta y la remisión total de nuestros pecados,
desde el primero hasta el último, y que jamás volvamos a ofenderte. Así sea.
Rezamos un Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Quinta Oración
¡Oh Jesús, Oh esplendor de la eternidad!
Recuerda cuando contemplaste en la Luz de tu Divinidad,
las almas de los predestinados que serían rescatados
por los méritos de tu Sagrada Pasión, también viste aquella
tremenda multitud que sería condenada por sus pecados.
¡Cuánto te quejaste por ellos! Te compadeciste, oh buen Jesús,
hasta de aquellos réprobos, de aquellos desafortunados pecadores
que no se lavarían con tu sangre, ni se alimentarían con tu Carne Eucarística.
Por tu infinita compasión y piedad,
y acordándote de tu promesa al buen ladrón arrepentido,
al decirle que aquel mismo día estaría contigo en el Paraíso,
¡Oh salud y alimento de nuestra alma!
muéstranos esta misma misericordia en la hora de nuestra muerte. Así sea.
Rezamos un Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Sexta Oración
¡Oh Rey muy amado y deseado por mi corazón
¡acordaos del dolor que sufriste, cuando desnudo
y como un criminal común y corriente,
fuiste clavado y elevado en la Cruz.
Cómo te dolió el ver que tus familiares y amigos desertaran.
Pero allí estaba tu muy amada Madre y tu discípulo Juan,
que permanecieron contigo hasta tu último suspiro.
No importando que su naturaleza humana, desmayando estaba,
y para colmo de tu inmenso amor por nosotros,
nos hiciste aquel precioso regalo: ¡nos diste a María como Madre!
Cuánto te debemos Salvador nuestro, por este sublime regalo!
Sólo tuviste que decir a María:
“¡Mujer, he aquí a tu hijo!” y a Juan: “! ¡He aquí a tu Madre!”
¡Te suplicamos, oh Rey de la Gloria!
por la espada de dolor que entonces atravesó
el alma de tu Santísima e Inmaculada Madre,
que te compadezcas de nosotros en todas nuestras aflicciones
y tribulaciones tanto corporal como espiritual,
y que nos asistas en cada prueba, especialmente en la hora de nuestra muerte.
Así sea.
Rezamos un Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Séptima Oración
¡Oh Rey de Reyes! ¡Fuente de compasión que jamás se agota!
Recuerda cuando sentiste aquella tremenda sed
por las almas y que te llevó a exclamar desde la Cruz:
«¡Tengo Sed!» Sí, no solamente tenías sed física,
sino sed insaciable por la salvación de la raza humana.
Por este gesto de amor por nosotros, te rogamos,
oh prisionero de nuestro amor, que inflames nuestros corazones
con el deseo de tender siempre hacia la perfección en todos nuestros actos,
que extingas en nosotros la concupiscencia de la carne
y los deseos de placeres mundanos. Así sea
Rezamos un Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Octava Oración
¡Oh constante dulzura nuestra! ¡Oh deleite diario de nuestro espíritu!
Por el sabor tan amargo de aquella hiel y vinagre
que te dieron a probar en lugar de agua,
para aplacar tu sed física, te suplicamos que aplaques
nuestra sed por tu vivificadora sangre, y nuestra hambre
por tu Redentora Carne, ahora y siempre, y que no nos falte
en la hora de nuestra muerte. Así sea.
Rezamos un Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Novena Oración
¡Oh Jesús, Virtud Real y gozo del alma!
Acuérdate del dolor que sentiste, sumergido en un océano de amargura,
al acercarse la muerte. Insultado y ultrajado por tus verdugos,
clamaste en alta voz que habías sido abandonado por Tu Padre Celestial,
diciéndole: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?”
Por aquella angustia que padeciste en aquellos momentos finales de tu Pasión,
te rogamos oh nuestro Salvador que no nos abandones en los terrores
y dolores de nuestra muerte. Así sea.
Rezamos un Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Décima Oración
¡Oh Jesús, que eres principio y fin de todo lo creado, Virtud, Luz y Verdad!
Acuérdate que por causa nuestra fuiste sumergido en un abismo de penas;
sufriendo dolor en todo tu Santísimo Cuerpo:
En consideración a la enormidad de tanta llaga que te hicimos los hombres;
enséñanos a guardar por puro amor a Ti, todos tus Mandamientos;
cuyo camino de Tu Ley Divina es amplio y agradable,
para aquellos que te aman. Así sea.
Rezamos un Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Undécima Oración
¡Oh Jesús mío!, abismo insondable de misericordia,
te rogamos en memoria de tus heridas, las cuales penetraron
hasta la médula de tus huesos y hasta lo más profundo de tu ser,
¡que nos apartes para siempre del pecado!
¡Que no te ofendamos más!
Reconocemos con bochorno que somos unos miserables pecadores
y que te hemos ofendido ¡tantas veces! Que tememos que tu divina justicia nos condene.
No obstante, acudimos presurosos a tu misericordia infinita,
para que nos escondas urgentemente en tus preciosas Llagas, y así,
ocultados de tu indignado Rostro, pueda tu amante Corazón una vez más,
lavar nuestras culpas con tu Sangre liberadora.
De esa forma Redentor nuestro, tu enojo e indignación
cesarán de inmediato. ¡Gracias Señor! Así sea.
Rezamos un Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Duodécima Oración
¡Oh Jesús, eterna verdad, símbolo de la perfecta caridad y de la unidad!
Te suplicamos que te acuerdes de aquella multitud de laceraciones,
de aquellas horribles heridas que te hicimos
la humanidad pecadora que querías salvar.
Estabas hecho un guiñapo humano, enrojecido por tu propia sangre.
¡Qué inmenso e intenso dolor padeciste en tu Carne Virginal
por amor a nosotros! ¡Oh dulzura infinita!,
¿qué pudiste hacer, que ya no hayas hecho por nosotros? Nada falta.
Todo-lo-has-cumplido. Ayúdanos, Oh Señor, a tener siempre presente
ante los ojos de nuestro espíritu, un fiel recuerdo de tu Pasión,
para que el fruto de tus sufrimientos se vea
continuamente renovados en nuestra alma,
y para que tu amor se agrande en cada momento más
y más en nuestro corazón, hasta que llegue aquel feliz día
en que te veamos en el cielo, y ser uno contigo, que eres el tesoro
y suma total de todo gozo y bondad. Así sea.
Rezamos un Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Décima Tercera Oración
¡Oh dulce consuelo de nuestra alma, maravilloso liberador, Rey inmortal e invencible!
Recuerda cuando inclinando tu adorable cabeza,
toda desfigurada por los golpes, la sangre y el polvo del camino,
exclamaste: «Todo está consumado»… Toda tu fuerza mental y física se agotó completamente.
Por este Gran Sacrificio y por las angustias y tormentos
que padeciste antes de morir, te rogamos, oh buen Jesús,
que tengas misericordia de nosotros en la hora de nuestra muerte,
cuando nuestra mente esté tremendamente perturbada; y nuestra alma
sumergida en inquietudes y angustias. Que no temamos nada,
que te tengamos a Ti a nuestro lado y dentro de nuestro ser. Así sea.
Rezamos un Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Décima Cuarta Oración
¡Oh doliente Jesús, oh incomprensible Segunda Persona de la Trinidad,
esplendor y figura de su esencia! Recuerda cuando con gran voz entregaste
tu alma a Tu Padre Celestial diciéndole:
«¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!»
¡Tu cuerpo estaba despedazado, y tu corazón destrozado,
pero tus entrañas de misericordia quedaron abiertas para redimirlos!
Así expiraste, oh amor infinito…
Por tu Dolorosa Muerte; te suplicamos, Oh Rey de Santos y Arcángeles,
que nos confortes y nos ayudes a resistir al mundo con sus errores,
a Satanás con sus pérfidas, y a la carne con sus vicios,
para que así, muertos a los enemigos de nuestras almas,
vivamos solamente para Ti Por eso te rogamos,
Oh Dulce Redentor y Salvador, que a la hora de nuestra muerte
recibas nuestras pobres almas desterradas que regresan a Ti. Así sea.
Rezamos un Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Décima Quinta Oración
¡Abrías el cielo para la humanidad pecadora!
Por tres largas horas tu Cuerpo colgó de la Cruz.
Presentabas un aspecto doliente, triste, todo lleno de dolor,
Tu Sangre aún manando, recorriendo aquella que ya se había secado,
que ya había coagulado. Y a todo esto se adhirió el polvo y la tierra del camino…
Qué tristeza y dolor padecieron María y Juan al contemplar tus cabellos
y barbas que ahora daban la impresión que estaban compuestos de alambres,
llenos de Sangre y de tierra. Tus oídos y nariz tupidos estaban de sangre.
¡Hasta tus ojos y boca sangraban! En verdad que
todos tus sentidos fueron atrozmente atormentados.
Así inclinaste la cabeza y entregaste tu Espíritu….
Entonces vino Longinos y perforó Tu costado, con tanta violencia,
que la punta de la lanza casi sale por el otro costado.
Tu corazón te lo desgarraron, oh Jesús, ese Corazón que ¡tanto nos ama!
Y de allí brotó Sangre y Agua, hasta no quedar en Tu Cuerpo Gota alguna.
Tu cuerpo era cual bulto colgado, como un haz de mirra,
elevado a lo alto de la Cruz, la muy fina y delicada Carne tuya fue destrozada;
la Sustancia de tu Cuerpo fue marchitada, y disecada la Médula de tus huesos.
Es entonces que el Sol y las estrellas negaron su luz,
hubo terremotos y la naturaleza y los elementos dieron
amplio testimonio de que Aquel que negaron ¡era el Hijo de Dios!
Por esta amarga Pasión, y por la Efusión de Tu divina Sangre,
te suplicamos oh dulcísimo Jesús, que recibas nuestra alma,
cuando estemos sufriendo en la agonía de nuestra muerte.
Oh maravillosa realidad, escándalo para los infieles,
¡gozo indescriptible para los que te amamos!
Ese tu infinito sacrificio pagó el rescate,
y al resucitar y ascender gloriosamente al Cielo,
¡dejaste bien abiertas las puertas para aquellos que quisieran seguirte!
Oh Señor, por tu amarga Pasión y preciosa sangre,
te rogamos traspases nuestros corazones,
para que nuestras lágrimas de amor, adoración y penitencia,
sean nuestro alimento noche y día. Haz que nos convirtamos totalmente a Ti,
que nuestros corazones sean tu perpetuo lugar de reposo;
que nuestras conversaciones te sean siempre agradable;
y que al final de nuestra vida merezcamos que graves, oh Dios de amor,
el Sello de Tu Divinidad en nuestra alma, para que tanto el Padre como el Espíritu Santo,
te vean bien reproducido en nosotros, y poder así ser contados
entre tus Santos para que te alabemos para siempre por toda la eternidad. Así sea.
Rezamos un Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Oración Final
¡Oh vencedor de la muerte! ¡Vid verdadera y fructífera!
Recuerda a aquel torrente de sangre que brotó de cada parte de tu Bendito Cuerpo,
igual que la uva exprimida en el lagar.
Desde el lugar de la flagelación y a través de las calles de Jerusalén,
por toda aquella vía dolorosa, hasta la colina sagrada,
tu Sangre derramada escribía las bellas páginas de la historia
del Corazón que más nos ama… ¡El tuyo!
Recuerda como la tierra agradecida, pero a la vez espantada,
recibía tu preciosa Sangre. Toda la naturaleza;
de horror temblaba y los Cielos se estremecían,
los Ángeles y hasta los demonios se sorprendían ante ¡aquella increíble escena!
¡Todo un Dios moría! ¿Qué era aquello? ¿Qué sucedía?
Aquel primer Viernes Santo, oh Jesús
¡Oh Dulce Jesús! Herid mi corazón a fin de que mis lágrimas de amor
y penitencia me sirvan de pan, día y noche. Convertidme enteramente,
Oh mi Señor, a Vos. Haced que mi corazón sea Vuestra Habitación perpetua.
Y que mi conversación sea agradable. Que el fin de mi vida
Os sea de tal suerte loable, que después de mi muerte pueda merecer
Vuestro Paraíso; y alabaros para siempre en el Cielo
con todos Vuestros santos. Amén.
Sea por siempre, Bendito y Alabado Jesús, que con su Sangre nos redimió (tres veces)
Origen
Estas oraciones se atribuyen a Santa Brígida de Suecia (1302-1373), una mística y santa católica sueca. Según la tradición, Santa Brígida recibió estas oraciones directamente de Jesús y la Virgen María en una serie de revelaciones. Ella las transmitió a otros creyentes y se cree que estas oraciones contienen palabras y enseñanzas divinas.
Promesas
El Crucificado prometió a Santa Brígida los siguientes privilegios, con la condición de que ella fuera fiel a la diaria recitación del Oficio Divino. Y se garantizaban también a todo aquel que diga las quince oraciones de Santa Brígidadevotamente cada día por el espacio de un año, las siguientes promesas:
1.- Cualquiera que recite estas oraciones santa brígida 12 años, obtendrá el grado máximo de perfección.
2.- Quince días antes de su muerte, tendrá un conocimiento perfecto de todos sus pecados y una contrición profunda de ellos.
3.- Quince días antes de su muerte le daré mi precioso cuerpo a fin de que escape del hambre eterna; le daré a beber de mi preciosa sangre para que no permanezca sediento eternamente.
4.- Libraré del purgatorio a 15 miembros de su familia (algunas pueden ser del pasado, otras del presente y también del futuro)
5.- Quince miembros de su familia serán confirmados y preservados en gracia. (Lo mismo)
6.- Quince miembros de su familia se convertirán. (Lo mismo)
7.- Cualquiera que haya vivido en estado de pecado mortal por 30 años, pero si recita o tiene la intención de recitar estas oraciones devotamente, Yo, el Señor le perdonaré todos sus pecados. (Esos porfiados que no quieren confesarse, después van casi corriendo al sacramento del perdón de los pecados ante un sacerdote).
8.- Si ha vivido haciendo su propia voluntad durante toda su vida y está por morir (sin que la persona tenga el conocimiento que está por morir próximamente), prolongaré su existencia para que se confiese bien (confesión de vida)
9.- Obtendrá todo lo que pida a Dios y a la Santísima Virgen.
10.- En cualquier parte donde esté diciendo las oraciones, o donde se digan, Dios estará presente con su gracia.
11.- Todo aquel que enseñe estas oraciones a los demás, ganará incalculables méritos y su gloria será mayor en el Cielo.
12.- Por cada vez que se reciten estas oraciones, se ganarán 100 días de indulgencia.
Cómo rezar las 15 oraciones de Santa Brígida: Guía y Consejos
Para muchos rezar estás 15 oraciones de Santa Brígida puede parecer un gran esfuerzo, más aún si se debe hacer todos los días durante un año completo, es decir, sin saltarse un día, pero esto es nada en comparación al gran sacrificio que hizo Jesús para salvar nuestras almas.
Nosotros podemos ser un buen testimonio de la oración de Santa Brígida, pues sí la seguimos al pie de la letra tendremos las bendiciones que nos ha prometido nuestro señor Jesucristo, aunque, lamentablemente estas oraciones no son muy conocidas, por lo que te invitamos a compartirlas con tus amigos y familiares para que cada vez seamos más los que obtengamos las gracias del Santo Padre.
Si bien la misericordia del Señor es infinita, tenemos que ser muy estrictos y cumplir todos los días con esta oración, porque sí nos saltamos un día, perderemos los privilegios que queremos obtener, teniendo que empezar todo otra vez, incluso aunque estemos en el mes 12. Y si por algún motivo no pudiste hacerlo a tiempo, puedes aprovechar desde la medianoche hasta la madrugada antes del alba.
Haciendo cálculos, durante un año completo se rezarían 5475 oraciones santa brígida 1 año, la misma cantidad de los azotes que recibió Jesús, recordemos que fueron 60 los verdugos que lo azotaron y se iban relevando para completar su fin. Si bien Pilatos se había comprometido a dejarlo libre luego del castigo, los judíos sobornaron a los verdugos para que siguieran con el castigo hasta que Jesús fuera muerto, pero gracias a su fuerza y a su gran amor por nosotros pudo sobrevivir.
Para tener una mayor efectividad, y lograr estar en gracia con Nuestro Señor es recomendable seguir estos consejos.
- Se sugiere empezar a rezar al atardecer, y no en la noche, puesto que el cansancio podría vencer y hacer que nos quedamos dormidos durante el rezo.
- Rezar estas 15 oraciones toma en promedio 25 minutos, pero mientras más concentrados este, puede tomar menos tiempo.
- Tomar en cuenta que se rezan las 15 oraciones en el mismo día no una por cada día
- Sí quién lo reza se encuentra gravemente enfermo, puede ser ayudado durante el rezo por otra persona, pero no debe dejar de repetir las oraciones en tu mente.
- Se debe rezar ante un crucifijo o ante una estampa de Jesús. O en todo caso tener la mente puesta en su rostro y en sus Santas Llagas
Para tener un mejor efecto te sugerimos rezar con devoción como lo hacia Santa Brígida de Suecia, siempre teniendo la plena concentración en cada palabra que se pronuncia, ya sea que las leas mentalmente o en voz alta. A diferencia de otras oraciones estas se rezan de manera individual.
En este enlace puedes encontrar las Oraciones de Santa Brígida de 12 años:
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