Con esta oración Bendita sea tu pureza, podrás pedir a la Santa Virgen, la pureza tanto en tus pensamientos, palabras y obras.
Es una plegaria devocional a la Madre de Dios, la cual se cree que fue escrita por un poeta desconocido del del siglo XVI-XVII.
Oración
Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A Ti, celestial Princesa,
Virgen Sagrada María,
yo te ofrezco en este día
alma, vida y corazón.
Mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía. Amén
Promesas
Tener pensamientos, palabras y obras puras. La Virgen María ha prometido ser Madre de todos aquellos que la rezan con amor y confianza.
Origen
El origen exacto de la oración «Bendita sea tu pureza» se desconoce. Sin embargo, se cree que se remonta a los primeros siglos de la Iglesia. La oración se ha popularizado a lo largo de los siglos y ha sido rezada por muchos santos y papas. Este es uno de los poemas a la Virgen María qué provoca más negocios en el mundo de habla hispana.
Bendita sea tu pureza: Un tesoro escondido de la Fe
El origen de la Décima Bendita sea tu pureza no es del todo claro, pues se dice que, durante las novenas a la Inmaculada celebrada en Priego en 1946, Pedro Lozano, padre guardián del convento de Santa Ana, comentó en uno de sus sermones que un fraile de su misma orden y morador del convento de San Pedro Apóstol, había sido el autor de esta décima. Sin embargo, no existen documentos ni un libro que confirme tal declaración.
Se dice que él manifestó haber tenido en sus manos una estampa de la Virgen en cuyo dorso estaba escrito esta décima y al pie de la misma el nombre del autor «P. Antonio Panes, 1640», aunque tampoco se puede confirmar si este padre era prieguense y/o estuvo en este convento.
Aunque eso no fue problema, dado su importante valor, para que el Papa Pío X concediera 300 días de indulgencia cada vez que se recitara.
Esta oración se encuentra en las tablas místicas del convento de San Pedro Apóstol de Priego, pues era costumbre que, en los conventos de orden franciscana, se decoraran los muros, estancias y pasillos con tablas poéticas. Si bien no se consideraba una oración, su fama y rápido aprendizaje la convirtieron en una oración más para adorar a la Santa Virgen.
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