Decía Philip K. Dick que no se podía equiparar la ciencia ficción a la fantasía, ya que la ciencia ficción es la desfiguración conceptual de algo que ya existe en dirección hacia algo que aún no existe pero que bajo ciertas circunstancias podría hacerse realidad.
El hombre no crea nada, sin embargo, le sobra capacidad para idear monstruos, manufactura de su lado más oscuro. Llegó el día en que el racionalismo le ensoberbeció más de la cuenta y subestimó elementos con los que el buen sentido tiene que contar. Fue entonces cuando se le ocurrió que la técnica le ayudaría poco a poco a apoderarse del mundo y sus designios. Se las compuso para creer que podía llegar a ser todopoderoso y hacer de la finalidad algo abstracto digno de su propia cosecha. Haciendo filosofía y uso del carácter funcional de las cosas, su nueva razón industrial y pretendidamente gnóstica…
Autor: Eduardo Gómez
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