Clément, un joven de 19 años que vivía en un mundo lleno de drogas y delincuencia, encontró el camino correcto al oír sobre el amor infinito de Dios, sobre todo porque supo que jamás fue olvidado. Puedes conocer más de su historia en este testimonio.
Clément nos cuenta como era su día a día cuando vivía en su antiguo barrio, donde sólo se preocupaba por beber alcohol y vender drogas, haciendo que el círculo vicioso de su vida nunca tenga fin. Además estaba hundido en sentimientos y emociones negativas, siempre odiando a los demás, reflejándose en su extrema violencia. Utilizaba armas, cuchillos e incluso estaba empezando a utilizar armas de fuego. Si bien se mostraba como alguien duro y a quien tenerle miedo, en el fondo se sentía vacío, ya que esa no era la vida que el esperaba tener. Menos aún tener una relación complicada con sus padres, quienes no sabían que hacer con su comportamiento.
«Cristo no te ha abandonado, ni siquiera en tu estado».
Una frase sencilla, pero con un mensaje muy fuerte que Clément recibió, y que lo hizo reflexionar sobre como el Señor siempre está con nosotros sin importar lo que uno este pasando o sintiendo en ese momento. Esto motivo al joven a comprar una Biblia y a reconectarse consigo mismo. Se aisló y leyó los primeros cinco libros de la Biblia, sintiendo la necesidad de conocer a Dios, pero esta vez de una manera espiritual.
Al terminar sus días de aislamiento, decidió ir a una iglesia donde se quedó fuertemente sorprendido, pues apenas ingresó, sintió que ardía en su corazón de tanto amor, algo que le invitaba a quedarse para no irse más, lejos de este amor.
Esta experiencia significó un cambio para Clément, pero el cambio no fue inmediato, pues aún tenía las mismas malas compañías. Todavía tenía las mismas malas costumbres, robaba y se alcoholizaba, Si bien se confesaba cada semana, su lucha interna no terminaba. El odio poco a poco se fue diluyendo, así como sus malas acciones. Comenzó a sentir que mientras más entraba el Señor en su corazón, menos sentido tenía lo que hacía. Siente que ha nacido de nuevo y consagra su vida a Dios, reza todos los días y brinda amor a todos, dejando de lejos ese odio que tanto lo atormentaba.
Luego de un camino largo y tormentoso, se siente liberado de adicciones, de sentimientos negativos, de esa angustia y necesidad de llenar su corazón vacío, ahora se siente lleno de Nuestro Señor Jesucristo.
Una misión peligrosa, pero no si estás en compañía de Dios
Pero esta no es la única historia que tenemos para contarles. En Argentina, los miembros del Ministerio Cristiano Internacional Every Home for Christ, pudieron ser testigos del poder del amor de Dios y como puede transformar muchos corazones.
Agustin, uno de los miembros de este Ministerio, tenían la misión de evangelizar una comunidad que era muy peligrosa. En este lugar existen muchos delincuentes, prostitutas, drogadictos, etc., pero eso no los detuvo en su misión. La noche que fueron a predicar, y como era predecible, se les acercó un grupo de delincuentes y los asaltaron. Les quitaron el poco dinero que tenían y el auto del ministerio, dejándolos a su merced en un barrio tan peligroso. Aunque estaban aún asustados, Agustín agradeció a Dios por estar todos a salvo y rezó para que encontraran el camión intacto y con todo el material que tenían para predicar en otras comunidades.
El vehículo fue encontrado tiempo después, incendiado, con el propósito de borrar las huellas de los delincuentes, pero lo que más sorprendió fue que todo el material bíblico estaba intacto, es decir, no se quemó. Esto sorprendió mucho a Agustín y sus compañeros, y fue una historia que lejos de dejarlo en el olvido, sirvió como testimonio del amor y presencia de Dios, para contar cuando visitaba a los internos que se habían convertido. Uno de estos internos, al escuchar la historia reaccionó y con lágrimas pidió a Agustín que le perdonara, porque ellos había sido los responsables del asalto y del incendio al vehículo y que desde que fueron detenidos, el ha aceptado a Cristo en su corazón y dejo de ser parte de ese mundo de delincuencia.