Este año celebramos el milésimo septingentésimo aniversario (¡ahí es nada!) del Concilio de Nicea. En estos tiempos de fe más bien floja, apostasía creciente y confusión rampante, convendría remachar y aprovechar todo lo posible el aniversario de este concilio fundamental.
Aunque habrá actos protocolarios y congresos varios en la Iglesia, quizá convendría que las parroquias lo celebraran concretamente, para que no se quede en actos de prelados y discusiones de teólogos, sino que los beneficios lleguen a los fieles, que, por su bautismo, han recibido la misión de conservar y practicar la fe católica que defendió Nicea.
Esa celebración parroquial se puede hacer de muchas formas, pero quizá la más sencilla sea utilizar durante todo lo que queda de este año el credo Niceno-constantinopolitano en la liturgia, es decir, el llamado credo largo. Así los fieles…
Autor: Bruno Moreno
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