En el Evangelio de ayer domingo, Cristo nos llama a amar al prójimo, sea amigo o enemigo. Termina llamándonos a ser perfectos, como Dios Padre lo es. ¿Seremos capaces de entender esto? Empecemos por ser conscientes que hoy en día todos nos creemos y nos sentimos perfectos. Si ya somos perfectos, lo que nos indica el Señor en el Evangelio no tiene sentido para nosotros. No lo terminamos de comprender. ¿Qué tiene que ver amar al prójimo y ser perfectos? Parece que son dos cosas que nada tienen que ver. ¿Por qué el Señor une ambas cuestiones? Nos quedamos sorprendidos porque hemos perdido de vista la imagen y semejanza de Dios que hay en nosotros.
¿Pero eso de la imagen y semejanza es algo tan importante? Sin duda alguna. La imagen y semejanza que llevamos impresa nos debe servir como modelo a seguir. Esta imagen es parte de las pisadas que Dios nos ha dejado en el barro del que nos…
Autor: La divina proporción

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