Martirizado por Trajano, el santo obispo había sido discípulo del propio Juan Evangelista.

Redacción (17/10/2024, Gaudium Press) Corría el año 106, tiempos en que la sed de sangre cristiana de los emperadores romanos seguía más viva que nunca.
Trajano había triunfado sobre Decébalo, rey de Tracia, y no se le ocurrió mejor manera de agradecer a los ‘dioses’ a los que supuestamente debía su victoria, que organizar una nueva persecución contra los seguidores de Jesús, que justamente negaban el culto a esas demoníacas divinidades.
Entre los capturados por esta persecución se hallaba un venerable anciano, magnífico, cuya presencia además traía el aroma de los mismos apóstoles, pues había sido discípulo de San Juan Evangelista y había sido designado obispo por el propio San Pedro: era Ignacio, el obispo de Antioquía, protagonista de nuestra historia.
Trajano…
Autor: Saul Castilblanco Mosos
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