La vida humana –y su promoción y defensa– está ligada a múltiples hechos. Podría decirse que hay un antes, un presente y un después de la concepción humana.
Teniendo presente que la sexualidad humana tiene como fin primero la procreación y educación de los hijos, resulta lógico, entonces, juzgar moralmente las acciones relacionadas con la concepción a partir del modelo de la familia fundada en el matrimonio.
¿Cómo caracterizar el “antes” de la concepción humana? Ese “antes” se vincula con la voluntad procreadora de los cónyuges. Se adjetiva como “procreadora” porque es una manera concreta de colaborar en la obra creadora de Dios. Podrá o no verse coronada esa voluntad procreadora con la concepción y posterior nacimiento de sus hijos, pero lo importante aquí es resaltar esa apertura a la vida que se exige para que el acto conyugal sea moralmente…
Autor: Germán Masserdotti
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