Autor: En cuerpo y alma
Una de las grandes aportaciones del cristianismo al mundo de la ética, me atrevo a decir, la mayor de todas, la que ha posibilitado después tantos otros logros, incluso el del estado de derecho, el reconocimiento de las libertades individuales -recalco, individuales- y hasta la mismísima democracia, es el que cabe definir como “la responsabilidad estrictamente personal de los actos”. Tal vez debamos atribuir semejante aportación de un calado inconmensurable, inimaginable, al gigantesco Pablo, cuando en su Epístola a los Romanos expresa:
“Por la dureza y la impenitencia de tu corazón vas atesorando contra ti ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, quien dará a cada cual según sus obras” (Ro 2, 5-6).
“¡Quien dará a cada cual según sus obras!”
Tal vez se nos haga extraño aceptarlo hoy, pero durante…