La imponente Catedral de Canterbury, que fuera sede primada de la Iglesia en Inglaterra y en la que fue martirizado Santo Tomás Becket, ahora en manos de los anglicanos, se ha convertido por una noche en una “discoteca silenciosa”, para escándalo de los pocos fieles que quedan en esa iglesia separada.
El espectáculo resultaba chocante: bajo las imponentes bóvedas góticas de la Catedral, tres mil jóvenes bailaban al ritmo de Vengaboys, Britney Spears, Spice Girls y Eminem que brotaba de sus auriculares, en un evento grotesco que muchos fieles consideran una profanación.
El decano de Canterbury, David Monteith, defendió en una nota la «discoteca silenciosa» en la catedral, asegurando que hace justicia al templo. Un total de 3.000 personas quisieron participar en los eventos al estilo de los años 90, con entradas agotadas, el jueves y viernes.
Los críticos pidieron que…
Autor: Carlos Esteban

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