Nos parece hoy en día impensable -especialmente a la gente más joven- imaginar un mundo como el de nuestros abuelos (o bisabuelos, en algunos casos), en el que el cómputo del tiempo, parcial o total, diario o anual, se realizaba sin relojes ni calendarios. Resulta tarea más que ardua intentar explicar a los mozalbetes de hogaño que la gente se guiaba por las campanas de iglesias o conventos -del pueblo o del vecindario- para saber en qué momento del día vivía. O que cifraban las fechas dignas de recordar, no por número de día y mes (“tú naciste el 13 de octubre…”), sino por unos santorales (“nos casamos tu padre y yo por San Andrés…”) que no necesitaban de almanaques colgados en las paredes o metidos en las carteras… y menos en el móvil… porque se recordaban de memoria.
‘El Ángelus’ (1859) de Jean-François Millet: un alto en el trabajo ante la…
Autor: Ignacio G. Pérez de la Sota
Milagros Eucarísticos de los últimos años
Probar la existencia de un milagro como tal puede ser una ardua labor que ha asumido la ciencia a fin de darnos respuestas. Uno de los milagros eucarísticos que más evidenciamos…..
Los 12 pasos que nos llevan a la esclavitud del orgullo, según San Bernardo
El orgullo es un pecado que puede manifestarse de diversas formas y llevarnos por un camino de autodestrucción espiritual. Continúa leyendo este artñiculo para conocer cuales son los pasos que…
Jacinta Marto, la pastorcita que nos enseña el valor del sacrificio
El 20 de febrero se cumplió el centésimo aniversario de la muerte de Santa Jacinta Marto, la pastorcilla de Fátima fallecida en Lisboa con sólo diez años. Todos conocemos la …



















