Entre los sacramentos, la Confirmación es, con demasiada frecuencia, el gran olvidado. Esa «segunda fila» en la que se la coloca, entre el Bautismo y la Eucaristía, refleja nuestra falta de aprecio por el poder que encierra. ¿Cómo hemos llegado a olvidar que la Confirmación no es solo un trámite más, sino una explosión de gracia que nos fortalece para ser verdaderos soldados de Cristo?
La Confirmación no es un rito de paso ni una ceremonia social; es el momento en que el Espíritu Santo se derrama con plenitud sobre nosotros, como en Pentecostés, capacitándonos para defender y vivir la fe en un mundo que, más que nunca, necesita testigos valientes. Nos convierte en adultos espirituales, fortalecidos para enfrentar las batallas de nuestra vida cotidiana y para ser apóstoles en nuestros hogares, trabajos y comunidades.
Sin embargo, ¿cuántos jóvenes entienden realmente…
Autor: Jaime Gurpegui
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