Cuando llega el 24 de agosto los hijos de Santa Teresa de Jesús miramos a un lugar que nos une de un modo singular y nos ayuda a renovar nuestra vocación de carmelitas descalzos. Es el monasterio de San José de Ávila, la primera fundación de la santa abulense con la que da inicio a una nueva familia dentro de la Iglesia. Todo nace en 1562 en ese rincón de Dios donde, en lo más secreto de los corazones de esas primeras monjas que siguen el ideal propuesto por la Madre Teresa, comienza algo totalmente inesperado, lo que hoy conocemos como la Orden del Carmelo Descalzo. Todo es gracia y nos une cuando miramos a un punto común. Cuando se pierde o se olvida el origen, todo se deshace, enfría y desvirtúa. ¿Quién no pone los ojos en el lugar del nacimiento de sus padres y acude cuando puede a visitarlo? Lo mismo sucede con un consagrado que entrega su vida teniendo la mirada…
Autor: Sólo Dios basta
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