En su último acto de su viaje a Marsella, Francisco ofició misa en el Velódromo ante más de cincuenta mil fieles. Una cantidad similar le saludó durante el recorrido por las calles de la ciudad desde el arzobispado hasta el estadio del Olympique, donde pronunció una homilía de corte espiritual, distinto a las inquietudes en torno a los movimientos migratorios que centraron su intervención en los Encuentros Mediterráneos de la mañana.
Tras la celebración, el cardenal Jean-Marc Aveline, arzobispo de Marsella, le dirigió unas palabras de agradecimiento por la visita, a las que respondió el Papa con unas palabras en las que evocó, tras pedir respeto para la «dignidad de los trabajadores», la figura de Jacques Loew (1908-1999), quien fue «el primer sacerdote-obrero de Francia». El padre Loew, dominico, fue ordenado en 1939 y en 1941 empezó a trabajar como estibador en el…
Autor: ReL
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