La iniciativa partió de la Izquierda Insumisa de Melenchon y rápidamente fue apoyada por Macron y su partido que, en teoría, ocupa el centro del escenario político francés. Finalmente se adhirió todo el grupo lepenista con excepciones. Fueron la gran mayoría de diputados los que aprobaron que el aborto fuera un derecho constitucional, algo único en el mundo. La única excepción fueron partidos menores, como el de Zemmour y su partido Reconquista o diputados de Los Republicanos.
Es evidente lo que reúne a las principales fuerzas francesas: la muerte al ser humano engendrado para que la mujer no tenga por qué asumir la maternidad que no desea. Y esta es una palabra clave, el deseo.
La misma palabra que vuelve a aparecer en la raíz de la cuestión del aborto, porque éste, en su génesis y desarrollo, no tiene otra razón de ser que el deseo de mantener relaciones…
Autor: Josep Miró i Ardèvol
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