A principios de 2006, un joven inmigrante indio limpiaba casas en Monza -Italia-. Rajesh, que en indi, significa “rey de reyes”, se ganaba la vida de una forma bastante más humilde de lo que sugiere su nombre. A nadie extrañaría, por desgracia, que alguien de su entorno social recibiese un trato displicente. En cambio, la familia para la que trabajaba era todo amabilidad. Especialmente el joven Carlo, quien dejaba impoluta su habitación todas las mañanas para que no hubiese que limpiar nada suyo. Y no sólo eso. Rajesh recordaba cómo le impresionó que un “chico tan guapo, tan joven y tan rico, pudiendo hacer tantas cosas, decidiera vivir una vida sencilla. Me contagió y cautivó con su profunda fe, caridad y pureza”. Hasta el punto de bautizarse y hacerse católico.
Carlo Acutis murió con apenas 15 años, el 12 de octubre de 2006. Este próximo sábado será beatificado, tras confirmarse una curación milagrosa en Brasil. Allí, en 2010, un niño con una enfermedad digestiva incurable se encomendó a él durante una misa en Mato Grosso. A sugerencia de su abuelo, le pidió “dejar de vomitar a diario” -tal era uno de los efectos de su dolencia, por lo demás mortal a muy corto plazo-. Dicho y hecho. Al día siguiente empezó a encontrarse mucho mejor, al punto de desaparecer por completo sus males. Los médicos siguen sin poder dar una explicación científica de cómo pudo pasar.
El primer dinero que pudo ahorrar, con apenas 5 años, lo gastó en comprarle un saco de dormir a un mendigo al que se encontraba en la puerta de la parroquia donde iba a misa con sus padres
Hay otros milagros no médicos en su haber, y que bien podrían llamarse “digitales”. Prueba de sus conocimientos informáticos, notables para un chico de su edad, es la web que creó para recopilar más de 160 milagros eucarísticos a lo largo del mundo.
Dicha web, www.miracolieucaristici.org, sigue activa, así como la exposición virtual que han visto ya en miles de parroquias e iglesias. Consciente de la importancia de redes sociales y dispositivos móviles, su actividad en la red fue siempre en positivo, lo que sin duda hizo que más de uno encontrara a Dios digitalmente.
Es imposible cuantificar el bien que una cuenta de Twitter, Factbook o Instagram puede hacer en una sociedad que vive pegada a una pantalla de móvil, y es justo ahí donde, en medio de tanto ruido e inquina, se producen milagros a diario.
Si se hiciese un Gran Hermano con su vida, descubriríamos a un chico excepcional que ya desde muy pequeño tenía a Dios consigo. El primer dinero que pudo ahorrar, con apenas 5 años, lo gastó en comprarle un saco de dormir a un mendigo al que se encontraba en la puerta de la parroquia donde iba a misa con sus padres.
Era frecuente verle haciendo obras de caridad, y quizá por eso el día de su funeral muchos “sin techo” acudieron a la iglesia para despedir a “su” amigo. En el colegio defendía a los compañeros que sufrían bullying, y si se enteraba de que los padres de algún amigo se estaban divorciando, hacía lo posible para incluirlo en su vida familiar.
Quienes le conocieron hablan de él como alguien dotado de una gracia especial, aunque repasando su día a día puede verse que casi todo lo que hacía Carlo Acutis -salvo lo de las habilidades informáticas; Dios sabrá porqué ha dado tanto a algunos y tan poco a otros- está al alcance de nuestra mano. Ojalá ese sea su próximo milagro: que conocer cómo fue empuje a muchos seguir su camino.
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