Este sábado se han anunciado numerosos decretos que el Papa ha firmado. Uno se refiere a un milagro que permitirá canonizar a Don Zatti (hasta ahora, el beato Artémides Zatti), conocido como «el enfermero de la Patagonia», que llegó a Argentina desde Italia con 17 años.
Otro decreto confirma como mártires a dos sacerdotes diocesanos italianos asesinados por los nazis en 1943 en la llamada «matanza de Boves«, Giuseppe Bernardi y Mario Ghibaudo.
Los otros 7 decretos reconocen las virtudes en grado heroico de otros tantos Siervos de Dios, que pasan a ser reconocidos como Venerables, incluyendo dos españoles: Aurora Calvo, laica que murió de enfermedad con 32 años, y el misionero vasco en la selva peruana Martín Fulgenzio Elorza Legaristi, que fue el primer obispo de la prelatura de Moyobamba, territorio misionero que hoy apoya el arzobispado de Toledo pero que durante años estuvo a cargo de los religiosos pasionistas.
Los otros nuevos Venerables por sus virtudes en grado heroico son:
– el misionero italiano Francesco Costantino Mazzieri (fue obispo en Ndola, Zambia, y murió en 1983 con 94 años);
– la religiosa Lucia Noiret (1832-1899), fundadora de las Siervas del Sagrado Corazón bajo la Protección de San José (cuentan con una docena de comunidades de México, Italia y Guatemala);
– Casimira Gruszczyńska (1848-1927), fundadora de las Hermanas Franciscanas de los Afligidos (con unas 17 comunidades en Polonia);
– Rosalia Celak (o Celakówna, 1901-1944), laica polaca, enfermera de la Cruz Roja que tenía visiones;
– María Aristea Ceccarelli (1883-1971), esposa paciente que logró la conversión de su marido y cuidaba enfermos con los camilos
Don Zatti, el enfermero de la bicicleta, con frío o viento
El frío y el viento no cesan en la Patagonia, pero eso no impidió que Artémides Zatti acudiera a todas partes desde Viedma, Río Negro (Argentina) con su bicicleta a cuidar enfermos pobres. Había llegado a Argentina con 17 años, con sus padres y 7 hermanos, huyendo del hambre en Italia.
Don Zatti recreado en un cortometraje argentino de 32 minutos, con su bicicleta.
Él había llegado a Viedma enfermo de tuberculosis en una época aún sin penicilina y ya le daban por muerto. Pero prometió a la Virgen que si se curaba, él nunca dejaría de atender enfermos. Se curó y a eso dedicó toda su vida, con un título de enfermería y farmacia básica, y desde la devoción salesiana. Su lema fue: “Creí, prometí, sané”.
Fue enfermero del Colegio San Francisco de Sales, del Colegio de las Hermanas de María Auxiliadora, del Círculo de Obreros Católicos y de la cárcel. A las enfermeras del hospitales les decía: “Prepare un lecho para el Señor”, “¿Tienes sopa caliente y vestidos para un Jesús de 10 años?»
Juan Pablo II lo beatificó en 2002 y parece que el Papa argentino ha querido cuadrar su canonización justo 20 años después, probablemente viéndolo como un ejemplo de los temas que más predica Francisco: «salgan fueran, estén en salida, con el pueblo».
Hay quien aún recuerda como Don Zatti cuidaba enfermos de tuberculosis (murió en 1951). Cuidó, por ejemplo, a un joven pobre alumno de los salesianos, Ceferino Namuncurá, que murió con 18 años y fue beatificado en 2007.
Aún no se han desvelado los detalles del milagro aprobado ahora, aunque se sabe que sucedió en Filipinas. El milagro para su beatificación fue la curación inexplicable del seminarista salesiano Carlos Bosio, en 1980, de una septicemia por apendicitis, estando en un hospital de Buenos Aires. Bosio luego fue responsable salesiano en las provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y Misiones.
Aurora Calvo, entrega desde la sencillez
Aurora Calvo Hernández-Agero (1901-1933) nació y murió en Béjar, provincia de Salamanca, diócesis de Plasencia. Devota desde niña, en su Primera Comunión prometió a Jesús ser para siempre solo suya. Practicó con sencillez la humildad, pureza, paciencia, amor a los pobres y aceptar en todo la voluntad de Dios. Quería entrar en clausura, pero renunció para que pudieran hacerlo sus hermanos, y ella quedó cuidando a su madre.
Aurora Calvo, laica que murió con 32 años, con virtudes en grado heroico.
Era fervorosa en el apostolado eucarístico, como María de los Sagrarios. Cuidaba e impulsaba la catequesis en su parroquia. Escribía cartas espirituales a personas muy distintas, con prudencia y celo. Tenía pasión también por las misiones. Sus últimos 8 años estuvieron marcados por sufrimientos físicos y morales, que ella ofrecía a Dios. Se ofreció al Señor por la santidad sacerdotal.
El obispo Elorza: construir una diócesis en la selva
La Iglesia reconocerá ahora como Venerable al obispo y misionero pasionista Martín Fulgencio Elorza Legaristi, nacido en Elgueta (Guipúzcoa) en 1899 y fallecido en Lima, Perú, en 1966. Fue nombrado primer obispo de Moyobamba, en la selva peruana, en 1953. En esa época había unos 136.000 habitantes, el 90% católicos. Hoy hay 800.000 habitantes.
Elorza, el primer obispo de Moyobamba y misionero pasionista.
Destacó por su capacidad de trabajo y organización. Sus 17 años de obispo misionero implicaron infinitos viajes en barca, caballo, mula o a pie para llegar a lugares remotos, esfuerzos que acabaron minando su salud. Los dos obispos que le sucedieron fueron también pasionistas vascos. Elorza fue Padre Conciliar en tres de las sesiones del Concilio Vaticano II en Roma.
Dos sacerdotes que intentaban mediar
El Papa ha reconocido como mártires a Mario Ghibaudo y Giuseppe Bernardi, sacerdotes diocesanos asesinados en septiembre de 1943 en Boves, donde los nazis realizaron su primera masacre contra civiles como represalia: 350 casas quemadas y 23 civiles asesinados el primer día, y más en los siguientes.
Los padres Ghibaudo y Bernardi, mártires de los nazis en la matanza de Boves, Italia.
Mario tenía 23 años y llevaba 3 de sacerdote. Le mataron soldados alemanes mientras bendecía a un hombre herido de muerte por una patrulla alemana. A Giuseppe, el párroco, le mataron unas horas después, sin motivo inmediato, y quemaron su cuerpo para esconder el hecho. Había tratado, con su amigo laico Antonio Vassallo (también él asesinado), mediar entre unos partisanos y las tropas alemanas para evitar la masacre.
En Boves, una asociación y su párroco, Bruno Mondino, han promovido su recuerdo con exposiciones y actividades. Recuerdan que Bernardi, siendo ya prisionero del comando alemán, fue a rezar y bendecir el cuerpo del soldado germano Willy Steinmetz. Su historia es una de perdón y amor a todos.