Dicen que Dios nos hizo libres. Y vaya que lo hizo: libres para amar, para elegir, para crear… pero también libres para meter la pata hasta el fondo, sin manual de instrucciones ni botón de “deshacer”. San Juan Pablo II lo recordaba así: “La libertad no consiste en hacer lo que me gusta, sino en tener el derecho de hacer lo que debo.” Pero claro, uno lee eso y piensa: “Sí, San Juan Pablo, muy bonito… pero yo acabo de decirle a mi jefe lo que realmente pensaba… y ahora tengo toda la tarde libre.”
Autor: Matilde Latorre de Silva
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