«Toma del frasco, Carrasco!». Y van…
Alguien recuerda alguna vez que, en la Iglesia, a la hora de recordar y plantear el tiempo de Cuaresma a sus fieles, sus Jerarcas les hayan animado alguna vez a la «conversión a la sinodalidad»?
La «Oración, el Ayuno y la Limosna», los tres pilares de la Práctica y la Vida Cuaresmal -los de toda la vida, vamos-, deben mirar, sí o sí, a la «conversión a la sinodalidad»?
La finalidad del tiempo de Cuaresma es «la sinodalidad»; así, tal cual? Hay que abrazarla y darle besitos?
Por cierto: esa expresión, «sinodalidad», tan moderna y tan ex novo en la Iglesia, qué significa realmente? Alguien lo sabe? Y lo de «el sínodo de la sinodalidad»? Yo, reconozco humildemente que NO.
Por tanto, pretender unir «conversión», concepto bien conocido, aprendido y recibido en la Iglesia del mismo Jesucristo –convertíos!-, y muy propio de esta…
Autor: José Luis Aberasturi
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