Recientemente, diversos agresores sexuales, acogiéndose a la llamada ley Trans, se han cambiado de sexo para eludir las consecuencias de la llamada ley de Violencia de Género. Se suman así a una legión de espabilados que ya se habían acogido al mismo recurso legal para obtener ventajas en oposiciones públicas, alcanzar subvenciones o disfrutar de un tratamiento penitenciario favorable. A simple vista, estos sujetos parecen estar incurriendo en lo que técnicamente se denomina «fraude de ley»; pero la ley Trans no es otra cosa sino un fraude legal en sí misma.
La llamada ley Trans consagra el poder del sujeto para convertir su voluntad en norma, de tal modo que su «identidad sentida» se convierta en identidad cierta, sin importar que las evidencias establezcan abrumadoramente lo contrario. La llamada ley Trans consagra la plena autonomía del sujeto, que se convierte en dueño…
Autor: Juan Manuel de Prada
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