En los últimos años hemos visto crecer en redes sociales –especialmente en X (antes Twitter)– un fenómeno que merece una reflexión serena: sacerdotes que abren cuentas presentándose como tales, pero ocultando toda referencia a su diócesis, parroquia o comunidad concreta. Son cuentas en las que se reivindica la condición sacerdotal, pero al mismo tiempo se preserva el anonimato para evitar posibles reproches formales de los superiores.
Este modo de proceder plantea un serio problema de coherencia. El sacerdocio no es un título que se exhibe según convenga, sino una dignidad sacramental recibida en el orden sagrado (cf. c. 1008 CIC). El sacerdote está configurado de manera indeleble con Cristo y su misión, y eso comporta visibilidad, transparencia y responsabilidad pública. Por ello, anonimizar la identidad pero utilizar la condición sacerdotal para dar autoridad a…
Autor: Miguel Escrivá
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