Aicadro nació en algún punto de Normandía (Francia), en el siglo VII. Se dice que, desde la edad de siete años, fue llevado a un monasterio de Poitiers para que se educara. Allí permaneció hasta que su padre creyó llegado el tiempo de tenerlo en casa e iniciarlo en la vida de la corte y los trabajos del campo; pero su madre tenía vivos deseos de que su hijo fuera santo y pensaba que no debía preocuparle otra cosa que la conducta de su vida y la salvación de su alma.
Esta diferencia de puntos de vista provocó agrias disputas entre los esposos y, para poner fin a la discrepancia, se mandó traer a Aicadro para que diera su opinión. Así lo hizo el joven, ante sus padres, de manera tan resuelta y firme, que no hubo más remedio que darle el consentimiento inmediatamente: Aicardo ingresó sin demora a la abadía de Saint Jouin en Ansion, en el Poitou.
Hacía ya treinta y…
Autor: ReL
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