Descubre la historia de Bob Feeney, quien se consagró a la Virgen María luego de caer herido durante la guerra de Vietnam y estar cerca a la muerte. Luego, a su regreso, comenzó a promover la devoción a la Virgen mientras ayudaba en la Iglesia. Llegando a ser profesor de teología e incluso escribió “El Rosario, la pequeña Summa”, libro que lo hizo conocer al Papa Juan Pablo II con quien compartió experiencias cercanas a la muerte.
Bob Feeney, en 1968 se encontraba en plena guerra de Vietnam y sólo tenía 23 años. Él Llevaba un escapulario de la Virgen desde hacía poco tiempo. Lo compró en una librería camino a Bellarmine University, donde entrenaba baloncesto. Sus compañeros no sabían que cosa era ese objeto marrón que llevaba y fue la primera vez que habló de su Fe con sus amigos.
En el año 1967 es reclutado por el ejército, por lo que su madre estaba muy nerviosa, pues veía en la televisión cómo llegaban los cadáveres de los soldados muertos en Vietnam. Para calmar las preocupaciones de su madre, el pasó por la basílica de la Inmaculada Concepción, en Washington, y en su librería compró un librito para aprender a rezar. “Mira, mamá, tranquilízate, rezaré el Rosario, María me vigilará”, dijo a su madre.
El 21 de abril de 1968 un ataque de soldados norvietnamitas mató a 4 de sus 5 compañeros de la unidad, y a él le dejó gravemente herido, desangrándose en el suelo. El está seguro que fue la Virgen María quien lo mantuvo con vida. Mientras estaba tirado y ensangrentado imploró a la Virgen que le ayudara, lo dijo en voz alta, haciendo que el único compañero soldado superviviente de su grupo se diera cuenta que él seguía vivo. Le vendó la cabeza y lo llevó a un lugar más seguro.
Al volver a su hogar y de nuevo a la basílica de la Inmaculada, quería hacer algo por la Virgen. “Me gustaría promover la devoción a María”, le dijo a un sacerdote.
Durante 4 años se quedó como ayudante en el santuario, era guía de turistas y peregrinos y les hablaba de la Virgen.
En 1985, cuando ya tenía 39 años, se casó. Antes de eso comenzó a enseñar educación física y fue entrenador en varias escuelas del norte de California. Un día, paseando con su esposa embarazada, mientras rezaban el rosario, vieron que una casa ardía en llamas. Bob no lo pensó dos veces y entró a sacar a 3 niños de la casa. Gesto que fue bien recibido por el pueblo, quienes le agradecieron con un banquete.
En 1988 publicó su primer libro sobre la Virgen, “Madre de las Américas”, sobre las apariciones de Guadalupe. Era un libro de autoedición, pero en Ignatius Press se vendió bien. Eso le animó a seguir escribiendo libros sobre la Virgen.
Luego de esto en la Universidad Marymount de Arlington le dieron la oportunidad de dar algunas clases de teología, donde además explicaba a los estudiantes como se reza el rosario según el método de Juan Pablo II, que explica en su carta Rosarium Virginis Mariae.
“A los chicos les encantaba, iban a casa y lo enseñaban a parientes y amigos. Nunca dejaré de rezar con este método”
¡A Roma con Juan Pablo II!
Escribió un librito titulado “El Rosario, la pequeña Summa”, que llegó a manos del obispo Dziwisz, quien en ese entonces era el secretario personal del Papa Juan Pablo II. A Dziwisz le gustó, invitando a Bob a acudir a Roma a entregar el libro al Papa. De esta manera consiguió su audiencia papal en el año 2000. Hablaron sobre su amor agradecido a la Virgen y cómo le había protegido ante tanta violencia, sobre todo en Vietnam y bajo las balas del atentado de Alí Agca.
Bob se jubiló a los 65 años en 2009, en ese tiempo descubrió que tenía síndrome de Sjogren, una extraña enfermedad, que hace que los glóbulos blancos ataquen tejido sano, sobre todo alrededor de los ojos y la boca. Él como deportista, aprovecha en dar paseos largos porque el ejercicio le ayuda a retrasar los efectos de su enfermedad.
Ha viajado recientemente a Argentina, para investigar las apariciones de la Virgen en San Nicolás, a la vidente Gladys Quiroga de Motta. Hizo fotos, habló con devotos, investigó el caso y prepara un libro titulado “La mujer vestida de sol”.
Está convencido que Dios le va a dar tiempo para terminar al menos este libro. “Toda mi vida probablemente habría sido distinta si no hubiera ido a Vietnam. Ni siquiera sé si tendría fe hoy. Ahora podré darle gracias a Ella por salvar mi vida, 51 años después“, dice.
Fuente: Religión en Libertad