La Oración nos lleva a encontrarnos con Dios y al buscarlo a Él nos encontramos a nosotros mismos, descubrimos lo que llevamos guardado, vamos entendiendo lo que se mueve en el corazón, lo que resuena dentro nuestro, eso que nos lleva a descubrir nuestra verdad. Entonces vamos comenzando a resignificar nuestra propia historia, empezamos a descubrir un modo sano de vincularnos con nosotros mismos. La oración nos invita a desplegar el corazón, a desenredar los nudos de nuestra vida, nos anima a alimentar lo bueno que vive en nosotros y nos impulsa a habitar el refugio que está dentro nuestro.