San Pío de Pietrelcina, más conocido como el Padre Pío, nos deja unos cuantos hábitos espirituales que necesitamos conocer para tener una vida más cercana a Dios. Continúa leyendo este artículo y descúbre cuáles son
A veces creemos que los grandes místicos y santos sólo vivieron hace siglos, pero nada más lejos de la verdad. El Padre Pio fue un gran místico, hacedor de milagros, que murió cuando tan sólo tenía 47 años en 1968.
Aún después de su muerte, este sigue siendo una contradicción para nuestra era científica, racional por su afán en demostrar que era un fraude. Los escépticos siguen manteniéndose incapaces de explicar los muchos milagros que acompañaron la vida de San Pío, pero no sólo es recordado por ser un hacedor de milagros, también lo es por ser un padre espiritual.
Entre sus muchos consejos, nos deja 5 hábitos que todos los católicos debemos practicar y que están basados en el asesoramiento que le dio a sus hijos espirituales.
1. Confesión semanal del Padre Pío
Uno de los hábitos que el Padre Pío más recomendaba a sus hijos espirituales era el de la confesión frecuente, al menos una vez a la semana. Al respecto, el Padre Pío decía: “La confesión es el baño del alma. Tienes que ir al menos una vez a la semana. No quiero que las almas se mantengan alejadas de la confesión por más de una semana. Incluso una habitación limpia y no ocupada recoge el polvo; regresa después de una semana y verá que es necesario ¡quitar el polvo de nuevo!”
2. Comunión diaria
La comunión diaria era una de las fortalezas del Padre Pío. Una de las cosas que él decía de este hermoso sacramento era: “Es muy cierto, no somos dignos de tal regalo. Sin embargo, al acercarse al Santísimo Sacramento en un estado de pecado mortal es una cosa, y ser indigno es otra muy distinta. Todos nosotros somos indignos, pero es Él quien nos invita. Él es quien lo desea. Vamos y humillémonos delante de Él y vamos a recibirlo con un corazón contrito y lleno de amor.”
3. Examen de Conciencia al anochecer
Alguien una vez dijo al Padre Pio que pensaba que un examen de conciencia cada noche era inútil, porque él sabía lo que era el pecado, y cómo este había sido cometido. Para esto, el Padre Pío le contestó: “Eso es bastante cierto.
Pero cada comerciante experimentado en este mundo no sólo mantiene un seguimiento durante todo el día de si ha perdido o ganado en cada venta. Por la noche, él hace la contabilidad del día para determinar lo que debe hacer al día siguiente. De ello se desprende que es indispensable hacer un riguroso examen de conciencia, breve pero lúcido, todas las noches”
4. Lectura espiritual diaria
Cuanto se entristecía el Padre Pío porque muchas personas dedicaban largas horas a la lectura de libros noveleros poco edificantes y no lo dedicaban a libros que en verdad dejaban grandes enseñanzas al alma. Decía el Padre Pío: “El daño que viene a las almas por la falta de lectura de libros sagrados me hace estremecer. ¡Qué asombroso poder tiene lectura espiritual que conduce a un cambio de rumbo, y hace que, incluso, la gente más mundana, entre en el camino de la perfección“.
5. Oración mental dos veces al día
Al Padre Pío muchas veces se le encontraba meditando y en oración y él siempre recomendaba hacer lo mismo a los fieles. Decía al respecto: “Si no tiene usted éxito en la meditación, no se rinda, cumpla con su deber. Si las distracciones son numerosas, no se desanime; haga la meditación de la paciencia, y aún saldrá beneficiado.
Decida sobre la duración de su meditación, y no la deje antes de finalizarla, incluso si tiene que ser crucificado. ¿Por qué se preocupa tanto de que no sabe cómo le gustaría meditar?. La meditación es un medio para alcanzar a Dios, no es un objetivo en sí mismo. Tiene como objetivo el amor a Dios y al prójimo. Ama a Dios con toda tu alma y sin reserva, y amarás a tu prójimo como a ti mismo, y usted habrá logrado la mitad de su meditación”
Otros consejos del Padre Pío
1. El tiempo mejor invertido, es el que se gasta en la santificación del alma de los demás.
2. El tiempo gastado para la gloria de Dios y para la salud del alma, nunca es malgastado.
3. ¡Qué bello es el rostro de nuestro dulcísimo Esposo Jesús!. ¡Dulces son sus ojos!. ¡Qué felicidad estar cerca de Él en el monte de su gloria! Allí debemos poner nuestros deseos, nuestros afectos, no en las criaturas, en las que no hay belleza o, si la hay, viene de lo alto.
4. No te canses en torno a cosas que generan preocupación, perturbaciones y afanes. Una sola cosa es necesaria: elevar el espíritu y amar a Dios.
5. Dios es caridad – amor –, gracia, Providencia. El culmen de la perfección es la caridad: el que vive la caridad vive en Dios, porque Dios es caridad, como dijo el Apóstol.
6. Faltar a la caridad es como herir a Dios en la pupila de su ojo. ¿Qué hay más delicado que la pupila del ojo?
7. La Divina Bondad no solo no rechaza a las almas arrepentidas, sino que sale en busca de las obstinadas.
8. El Corazón del Divino Maestro no tiene ley más amable que la de la dulzura, de la humildad y la caridad…
9. Pon a menudo tu confianza en la Divina Providencia, y estate seguro de que pasarán antes el cielo o la tierra, que tu Señor deje de protegerte.
10. La caridad es la reina de las virtudes. Como las perlas se mantienen unidas por el hilo, así las virtudes por la caridad. E igual que si se rompe el hilo las perlas caen, así, si falta la caridad, las virtudes se desperdigan.
11. La beneficencia, venga de donde venga, es siempre hija de la misma madre, es decir, la providencia.
12. ¿Nos bastamos a nosotros mismos para formar un deseo santo sin la gracia? Por supuesto que no. Esto lo enseña la fe.
13. Si en un alma no hubiera otra cosa que el ansia de amar a Dios, ya lo tiene todo. Porque Dios no está donde no hay deseo de su amor.
14. Yo sé que ningún alma puede amar dignamente a su Dios. Pero cuando hace lo posible por su parte y confía en la Divina Misericordia, ¿por qué Jesús le va a rechazar? ¿No nos ha mandado amar a Dios con todas nuestras fuerzas? Así que si has dado todo a Dios, ¿por qué temer? ¿Quizás porque no puedes hacer más? ¡Pero Jesús no pide, no quiere imposibles! Pide al buen Dios que haga Él mismo lo que tu no puedes hacer.
15. Los males son hijos de la culpa, de la traición que el hombre ha perpetrado contra Dios. Pero la misericordia de Dios es grande… Un solo acto de amor del hombre hacia Dios tiene tanto valor a sus ojos que a Él no le importaría devolverlo regalando toda la creación. El amor no es otra cosa que la chispa de Dios en los hombres… la esencia misma de Dios personificada en el Espíritu Santo… Nosotros pobres criaturas deberíamos dedicar a Dios todo el amor de que somos capaces… Nuestro amor, para ser adecuado a Dios, debería ser infinito, pero por desgracia sólo Dios es infinito…
16. Debemos empeñar todas nuestras energías en el amor, para que el Señor un día pueda decirnos: Tenía sed y me has saciado, tenía hambre y me has dado de comer, sufría y me has consolado…
17. Dios puede rechazar todo en una criatura concebida en pecado y que lleva la marca indeleble heredada de Adán, pero no puede en absoluto rechazar el sincero deseo de amarle.
18. La humildad y la caridad van al paso. Una glorifica y la otra santifica. La humildad y la caridad son las cuerdas maestras, todas las demás dependen de ellas: una es la más baja, la otra la más alta. La conservación de todo el edificio depende de la cimentación y del tejado.
19. Si se tiene el corazón ejercitado en humildad u caridad, no habrá dificultades con las demás. Estas son las madres de las virtudes, aquellas le siguen como hacen las crías con sus madres.
20. Debes humillarte ante Dios antes que abatir tu ánimo, si Él te reserva los sufrimientos de Su Hijo y quiere hacerte experimentar tu debilidad: debes elevar a Él la oración de la resignación y de la esperanza, aunque caigas por fragilidad, y darle las gracias por tantos beneficios de que te está enriqueciendo.
21. Besa a menudo con afecto a Jesús y le compensarás por el beso sacrílego del apóstol Judas.
22. Procura avanzar en la caridad: ensancha tu corazón con confianza a los divinos carismas que el Espíritu Santo quiere derramar en él…
23. Si queremos recoger es necesario no tanto sembrar mucho, como esparcir la semilla en buen campo, y cuando esta semilla se vuelva planta, vela para que la cizaña no sofoque las plantas tiernas.
24. Aunque hayas cometido todos los pecados de este mundo, Jesús te repite: te perdono muchos pecados porque mucho has amado.
25. Sufres, es verdad, pero con resignación y no temas porque Dios está contigo; tu no le ofendes, sino que le amas: sufres, pero crees que el mismo Jesús sufre en ti y por ti.
26. Jesús no te ha abandonado cuando huías de Él; mucho menos te abandonará ahora que quieres amarlo.
27. La humildad y la pureza de costumbres son alas que elevan hasta Dios y casi le divinizan. Recuérdalo: está más cerca de Dios el malhechor que se avergüenza de hacer el mal que el hombre honrado que enrojece por hacer el bien.
28. Debes tener siempre prudencia y amor. La prudencia tiene los ojos, el amor las piernas. El amor, que tiene piernas, quisiera correr a Dios, pero su impulso de abalanzarse hacia él es ciego, y a veces podría tropezar si no le guiara la prudencia que tiene los ojos.
29. La prudencia, cuando ve que el amor podría ser desenfrenado, le presta los ojos. Así el amor se calma y, guiado por la prudencia, actúa como debe y no como querría.
30. El grado sublime de la humildad es no sólo reconocer la propia abyección, sino amarla. He elegido, dice el profeta, ser abyecto en la casa de Dios, antes que vivir en los tabernáculos de los pecadores.
31. El miedo excesivo nos hace actuar sin amor, y el exceso de confianza no nos deja ver el peligro que debemos superar. Uno y otro deben ir de la mano y proceder como hermanos.
32. En el tumulto de las pasiones y en las circunstancias adversas nos sostenga la esperanza de su inagotable misericordia: corramos confiados a la penitencia, donde Él con ansia de Padre nos espera cada instante, y aún conscientes de nuestra insolvencia ante Él, no dudemos del perdón solemnemente pronunciado sobre nuestros errores. Pongamos sobre ellos, como lo hizo el Señor, un piedra sepulcral.
33. Las puertas del Paraíso están abiertas para todas las criaturas: acuérdate de María Magdalena.
34. La misericordia del Señor, hijo, es infinitamente más grande que tu malicia.
35. Quien dice que ama a Dios y no sabe frenar su lengua, su religión es vana.
36. Dios no hace prodigios si no hay fe.
37. Buscar, sí, la soledad, pero no faltar a la caridad con el prójimo
38. A Dios se sirve solo cuando se le sirve como Él quiere.
Los 5 pasos del Padre Pío para una cida católica
El legado del Padre Pío persiste como una contradicción para la mente racional. Pero más allá de los milagros, el Padre Pío también fue un guía espiritual que dejó valiosos consejos para una vida católica plena. Recuerda:
Confesión Semanal: El Baño del Alma
El Padre Pío enfatizaba la importancia de la confesión semanal como el «baño del alma». Comparaba las almas con habitaciones que, incluso estando limpias, acumulan polvo con el tiempo. Instaba a no alejarse de la confesión por más de una semana, asegurando que era esencial para mantener la pureza espiritual.
Comunión Diaria: Un Regalo Inmerecido
La comunión diaria era una fortaleza del Padre Pío, quien destacaba que, aunque no éramos dignos de tal regalo, debíamos acercarnos al Santísimo Sacramento con humildad. Invitaba a recibirlo con un corazón contrito y lleno de amor, reconociendo la invitación divina y el deseo de Dios de estar con nosotros.
Examen de Conciencia Nocturno: Contabilidad del Alma
El Padre Pío defendía el examen de conciencia al anochecer, comparándolo con la contabilidad diaria de un comerciante experimentado. Aunque se conociera el pecado, el examen de conciencia permitía reflexionar sobre el día, determinar mejoras y prepararse para el futuro con una conciencia clara.
Lectura Espiritual Diaria: Alimento del Alma
Lamentando la falta de lectura de libros sagrados, el Padre Pío abogaba por dedicar tiempo a la lectura espiritual. Sostenía que esta lectura transformadora era capaz de conducir a un cambio de rumbo, guiando a las almas hacia la perfección y el amor a Dios.
Oración Mental Doble Diaria: Camino hacia Dios
El Padre Pío alentaba la oración mental dos veces al día, incluso en momentos de distracción. Subrayaba que la meditación no era un fin en sí misma, sino un medio para alcanzar a Dios, recordando que el objetivo final era el amor a Dios y al prójimo.
Estos hábitos, fundamentados en los consejos del Padre Pío a sus hijos espirituales, trascienden el tiempo y ofrecen un mapa para una vida católica extraordinaria en el mundo moderno. Además, sus otras enseñanzas revelan un compendio de sabiduría espiritual, invitando a todos a profundizar en la caridad, la humildad y la confianza en la Divina Providencia.
Fuentes: Píldoras de Fe, Aleteia
Magnífico os seguiré
Bellísimas
Muy bueno todo