Roma – El gran misionero jesuita Matteo Ricci, que partió de Macerata y llegó a China en 1582 «para liberar -como él mismo escribió- a las almas desdichadas de la perdición eterna», sigue representando «un gran ejemplo de celo apostólico». Su espíritu y método misioneros «constituyen un modelo vivo y actual», y su fama de hombre de ciencia y cultura «no debe ocultar la motivación más profunda de todos sus esfuerzos: el anuncio del Evangelio». Así ha descrito el Papa Francisco la figura del jesuita italiano de Macerata, al que ha vuelto a proponer hoy entre las figuras de testigos ejemplares del celo apostólico, con un énfasis sencillo y a la vez esencial. El Obispo de Roma ha dedicado a Matteo Ricci la nueva catequesis del ciclo dedicado a la pasión por el anuncio del Evangelio, pronunciada ante la multitud reunida en la Plaza de San Pedro para asistir a la Audiencia…
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