Tras pasar varios días como acompañante de alguien que fue ingresado en un hospital, reconozco que he aprendido más cosas edificantes y aleccionadoras que en cinco años de rutinaria singladura.
En primer lugar, el tratar con personas que se encuentran igual o peor que tú nos hace escapar de la frívola rutina, esa que ha elevado un becerro de oro al éxito y a la belleza corporal. Este éxodo de lo mundano nos une al prójimo en el dolor, pero no con una actitud masoquista, sino de solidaridad, basada en dar y recibir consuelo.
De esta manera, a través de ofrecernos aliento mutuo, con nuestros cuerpos decrépitos y atizados por la enfermedad, logramos sanar nuestras almas; a contrario sensu de aquello a lo que estamos acostumbrados, es decir, a presentarnos como vívidos en lo anímico, como esbeltos en lo corporal y como mediocres en el espíritu. A raíz de esto, uno se…
Autor: Ignacio Crespí de Valldaura
Los 12 pasos que nos llevan a la esclavitud del orgullo, según San Bernardo
El orgullo es un pecado que puede manifestarse de diversas formas y llevarnos por un camino de autodestrucción espiritual. Continúa leyendo este artñiculo para conocer cuales son los pasos que…
Encontraron en Dios, la libertad y paz interior que tanto necesitaban
Los mensajes de Dios llegan en el momento menos esperado. Aunque muchas veces, hemos escuchado historias de conversión precedidas por fuertes acontecimientos, como accidentes o enfermedades, también existen conversiones, gracias…
¿Cómo rezar cuándo nos abruma las preocupaciones?
Las emociones que acompañan a las crisis son a menudo descritas como una sensación similar a olas gigantes rompiendo tú alrededor. Por eso, en sus Ejercicios Espirituales, San Ignacio de Loyola proporcionaba el…