En medio de las alegrías navideñas, el prólogo del Evangelio de San Juan nos pone ante una alternativa: ser hijos de la luz o hijos de las tinieblas.

Redacción (26/12/2025 09:47, Gaudium Press) San Isidoro 1 cuenta que el águila recibió su nombre debido a la agudeza de su vista: aquila, de acumen oculorum, en latín. También dice que ese ave mira de frente los rayos solares sin cerrar los ojos y sostiene a sus crías de forma que estén expuestas a dicha radiación, considerando dignas a las que mantienen la mirada fija y desechando a las que parpadean, por ser una deshonra para su especie.
Estas pintorescas reflexiones etimológicas nos vienen a la mente, por asociación de ideas, cuando leemos el prólogo del Evangelio de San Juan, proclamado en la liturgia de la Misa del día de la Natividad del Señor. La penetrante visión con la que comienza este himno tan sublime…
Autor: Saul Castilblanco Mosos
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