Como católicos, estamos llamados a poner en práctica la austeridad; es decir, evitar acumular o llenarnos de cosas; sin embargo, al mismo tiempo, tenemos que estar atentos para no caer en un estilo de pobreza que, a simple vista, pareciera sinónimo de sencillez y coherencia, pero que, haciendo números, sale muy caro. Por ejemplo, cuando un sacerdote, religioso/a o laico, decide comprarse el reloj más barato del mercado, aparentemente, está siendo pobre, en contraposición con el que busca uno de mayor calidad; sin embargo, ¿quién es más austero? Aunque suene raro, el que invirtió más. ¿Por qué? Es sencillo. Si te compras uno barato, del plástico más “x” que puedas encontrar, tendrás que cambiarlo con mayor frecuencia que si le inviertes a uno compuesto de mejores materiales que, aunque caro, puede durar toda la vida.
Autor: Carlos J. Díaz Rodríguez
Jacinta Marto, la pastorcita que nos enseña el valor del sacrificio
El 20 de febrero se cumplió el centésimo aniversario de la muerte de Santa Jacinta Marto, la pastorcilla de Fátima fallecida en Lisboa con sólo diez años. Todos conocemos la …
Milagros Eucarísticos de los últimos años
Probar la existencia de un milagro como tal puede ser una ardua labor que ha asumido la ciencia a fin de darnos respuestas. Uno de los milagros eucarísticos que más evidenciamos…..
Consejos para una llevar una vida Cristiana
Llevar una vida Cristiana que agrade a Nuestro Creador y a Nuestra Madre, no es difícil, y menos aburrida, como muchos pueden creer. Sin embargo, necesita dedicación. No basta con…