Un gran profesor de Filosofía recientemente fallecido, don Rafael Alvira, solía decir a sus alumnos que la primera escuela de formación del buen gobernante es la familia. Es allí donde se comienzan a cultivar las virtudes: la comprensión, la solidaridad, el respeto, el perdón, etc. Las clases de Business Ethics, comparadas con la familia, son algo secundario. Porque el buen gobernante se caracteriza en primer lugar por el ejercicio de las virtudes. No solo por el conocimiento teórico, sino sobre todo con el ejercicio práctico. Y estas virtudes, que tienden a agruparse unas con otras, son el mejor cimiento para cumplir con los deberes morales.
La virtud de la justicia aparece muy bien reflejada en la película El intendente Sansho (1954), dirigida por Kenji Mizoguchi. Además de la soberbia interpretación de los actores, entre los que destaca la sobrecogedora actuación de…
Autor: Ángel Vicente Valiente Sánchez
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«Id y bautizad y haced discípulos», pedía Jesús. Las parroquias, bautizar, bautizan. Bautizan a cualquier bebé que les lleven. Pero ¿hacen discípulos? Un discípulo es alguien que tiene una relación…