Tras las fiestas navideñas, volvemos a la normalidad y con ella al trabajo de cada día. Los que no pueden hacerlo, lamentan su situación. Pero bastantes de los que sí pueden, también lamentan la vuelta, lo que no deja de ser paradójico.
Estos días de Navidad sorprendió ver accidentalmente, cómo un vecino daba un aguinaldo a la cartera. Ella lo agradeció con una sonrisa y añadió que lo repartiría con sus compañeros. Tenemos la suerte de tener una profesional competente, amable, sonriente y que contagia felicidad. Recientemente leí que, siguiendo la estela de un cartero francés que hablaba con los vecinos, han creado un servicio de atención y conversación con las personas mayores que lo soliciten a través de una Apps.
Me llama la atención ver una persona feliz con su trabajo porque con mucha más frecuencia oigo y leo opiniones en sentido contrario. Para estos,…
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