(Gavin Ashenden/Catholic Herald)-Hace cuarenta años asistí a un servicio de la Comunión Anglicana en Canadá y me encontré por primera vez con una mujer sacerdote anglicana celebrando la liturgia. Estaba bastante emocionada.
No hacía mucho que había salido de la facultad de teología anglicana y nadie entendía muy bien a qué venía tanto alboroto. La cuestión del sacerdocio se había planteado de forma muy simple y simplista: “Si los hombres pueden, ¿por qué no las mujeres?”.
La experiencia que viví aquel día fue tan fuerte como extraña. Me encontré viviendo un grave e incomprensible choque entre racionalidad e intuición, cabeza contra corazón, que iba a servirme para reflexionar sobre el futuro tanto de la Iglesia como de la sociedad.
De hecho, he tardado cuarenta años en comprender las implicaciones de aquel momento y en “unir los puntos”.
Incluso ahora,…
Autor: redaccioninfovaticana
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