La Iglesia en Sevilla ha despedido con lágrimas y oraciones, a su cardenal arzobispo emérito, Carlos Amigo Vallejo, quien pastoreó el rebaño del Señor a lo largo de 27 años. La Misa exequial tuvo lugar el sábado en el Altar del Jubileo de la Catedral hispalense, cargada de un profundo simbolismo y de esperanza cristiana.
A las diez y media de la mañana, los restos mortales de don Carlos fueron trasladados a la Seo a hombros de los seminaristas, acólitos, diáconos y sacerdotes concelebrantes, en un emotivo recorrido por la Plaza Virgen de los Reyes, Calle Cardenal Amigo, Alemanes, Avenida de la Constitución hasta entrar en la Catedral por la Puerta de la Asunción reservada a acontecimientos muy solemnes de la Archidiócesis.
Llegados al altar, el féretro se colocó en el centro del presbiterio, de espaldas al altar y de cara al pueblo. Junto al cirio pascual encendido, rodeado de cuatro candelabros.
Después de la monición, el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz, hizo una oración junto al cirio pascual encendido y colocó la casulla y la mitra sobre el féretro, a un lado, el báculo y el evangeliario, “para que, como consagró su vida a anunciar el Evangelio de Cristo, goce ahora contemplando, cara a cara, aquella misma verdad que, ya cuando vivía en la luz limitada de este mundo, vislumbró en la palabra de Dios y predicó a sus hermanos”.
Entrega sin límites
La Eucaristía, presidida por monseñor Saiz, fue concelebrada por monseñor Juan José Asenjo, arzobispo emérito, el nuncio apostólico, monseñor Bernardito Aúza, cardenales y obispos de España, junto una amplia representación de sacerdotes del clero diocesano.
Durante su homilía, monseñor Saiz “con esperanza y agradecimiento”, dirigió al pueblo de Dios, una alocución en la que mencionó algunos de los dones y carismas del cardenal Carlos Amigo, que, puestos a disposición de la Iglesia en Sevilla, enriquecieron la vida de miles de feligreses a lo largo de casi tres décadas.
“Don Carlos lo ha vivido así, con fidelidad. Ha servido a la Archidiócesis de Sevilla durante casi 28 años. Desde la unión con Cristo, siguiendo el ejemplo de su Maestro, “pasó haciendo el bien” con su palabra, con sus gestos, con su vida entera”.
Mons. Saiz destacó la preparación, capacidad de trabajo y entrega sin límites del cardenal Amigo, fallecido el miércoles 27 de abril, por una insuficiencia cardiaca.
“Era un hombre espiritual y a la vez muy cercano, muy humano, muy misericordioso. Sabía escuchar, sabía esperar, sabía acompañar a las personas, a los grupos y a las instituciones”.
A la ceremonia de exequias asistieron alrededor de 1.600 personas. Hace 35 años, que la Catedral de Sevilla no acogía el funeral de un arzobispo emérito.
Don José Ángel describió a fray Amigo como un “fiel hijo de san Francisco de Asís, alegre, sencillo, entrañable. Un hombre que buscaba la unidad, la concordia, que tendía puentes, que fomentaba el diálogo interreligioso, ecuménico, intraeclesial”.
El arzobispo dijo que en los últimos tiempos, el cardenal Amigo había ido insistiendo de modo significativo en lo más esencial, repitiendo que todo lo debemos hacer para gloria de Dios, que debemos trabajar por Cristo Nuestro Señor. “En los últimos tiempos repetía que: Dios siempre llega puntual”.
Manifestó también, don José Ángel, que el pasado miércoles compartió un largo rato con el cardenal, donde pudieron “charlar sin prisas, y rezar juntos”. Además, hablaron de “Nuestro Señor y del encuentro definitivo con Él, también de María y de san Francisco de Asís. Él escuchaba atentamente y asentía. Al cabo de unos momentos nos dejó, con gran paz y serenidad”.
Despedida de su secretario
Particularmente emotiva fue la intervención de quien ha sido su secretario durante más de 30 años, Pablo Noguera, secretario fiel del cardenal durante varias décadas, que expuso el carisma de don Carlos, su cariño a Sevilla, su dedicación por entero al pueblo que se le encomendó, su disponibilidad y, por encima de todo, la alegría que siempre quiso contagiar allá donde fue. Una intervención que fue coronada por una larga ovación de la asamblea que, de esta manera, rendía su último homenaje al cardenal de Sevilla. Posteriormente se entonó el ‘cántico del Hermano Sol‘. El nuncio apostólico dio lectura al telegrama enviado por el papa Francisco al arzobispo de Sevilla, y el secretario general de la Archidiócesis, Isacio Siguero, hizo lo propio con el remitido por los Reyes de España.
El cardenal Amigo deja huérfanas a varias generaciones de sevillanos que han reconocido a este franciscano de Medina de Rioseco como pastor y referente en la fe. Se ha ido a la Casa del Padre su arzobispo , el arzobispo de sus padres, el prelado que gobernó con criterio y habilidad, una diócesis de casi dos millones de habitantes abierta a los mismos aires de cambio de moldearon una nueva sociedad.
El ritual de exequias finalizó con la inhumación de los restos del cardenal Amigo en la capilla de San Pablo de la Catedral, que se encuentra entre la capilla Real y la Puerta de Campanillas, dedicada a San Pablo.
Numerosas autoridades participaron en la misa exequial, con el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, a la cabeza. Junto a él, entre otros, el alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz; el presidente de la Diputación de Sevilla, Fernando Rodríguez Villalobos; la consejera de Cultura de la Junta, Patricia del Pozo; el teniente general de la Fuerza Terrestre, José Rodríguez; el senador José Luis Sanz; o la diputada de Vox, Reyes Romero.
A continuación, os ofrecemos la homilía completa pronunciada por el arzobispo de Sevilla en la Misa exequial en sufragio del cardenal Amigo:
1. “¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? En todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado” (Rom 8, 35.37). Estas palabras de san Pablo expresan la esperanza cristiana y la confianza en el amor que Dios nos tiene.
Este es el fundamento de nuestra seguridad, porque si Dios está con nosotros y nos ama hasta el extremo de entregarnos a su propio Hijo, nadie podrá condenarnos.
2. Queridos hermanos y hermanas presentes en esta celebración: Señores Cardenales, Nuncio de Su Santidad en España, Arzobispos, Obispos, presbíteros concelebrantes, diáconos y religiosos; distinguidas autoridades y representantes de instituciones; queridos todos, especialmente queridos familiares de nuestro hermano Carlos, Cardenal Arzobispo emérito de Sevilla.
3. Nos encontramos reunidos en nuestra Santa Iglesia Catedral con esperanza y agradecimiento para orar por su descanso eterno. La celebración eucarística y la liturgia del tiempo pascual nos reafirman en la certeza de que Jesucristo, el Señor, con su sacrificio redentor ha vencido a la muerte y por su resurrección nos abre las puertas de la vida inmortal.
4. El amor de Dios se ha manifestado en el amor de Cristo, que se ha entregado por la salvación de todos. Este amor es la fuerza que nos libera del pecado y de la muerte. El apóstol Pablo es muy consciente de que el cristiano está sometido a muchos peligros y asechanzas: la tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, la espada, pero de todo ello sale victorioso con la ayuda de aquel que nos ha amado. Aquí habla por experiencia y desde la vivencia de una esperanza que se abre camino sin que nada ni nadie la pueda detener. Pablo se siente seguro en el amor de Dios que se manifiesta en Cristo Jesús. Ninguna realidad creada puede separarnos de la omnipotencia del amor de Dios.
5. Don Carlos también experimentaba este amor de Cristo capaz de llevarle a dejarlo todo por seguir su llamada, capaz serenar el corazón en cualquier situación, y, sobre todo, ante la perspectiva del final de la vida en este mundo. Nació en Medina de Rioseco, provincia de Valladolid, el 23 de agosto de 1934. Inició sus estudios de Medicina en Valladolid, pero pronto los abandona para ingresar en el noviciado de la Orden de Hermanos Menores franciscanos. Posteriormente recibe la ordenación sacerdotal, el 17 de julio de 1960. En 1970 es nombrado Provincial de la Provincia Franciscana de Santiago.
6. El 17 de diciembre de 1973 es nombrado arzobispo de Tánger, en Marruecos. El 22 de mayo de 1982 recibe el nombramiento de arzobispo de Sevilla. Desde el 5 de noviembre de 2009, era arzobispo emérito de Sevilla. En la curia romana fue miembro del Pontificio Consejo para la Salud. En la Conferencia Episcopal Española ha sido miembro del Comité Ejecutivo y presidente de diferentes Comisiones Episcopales. El 28 de septiembre de 2003 fue creado cardenal.
7. El amor de Cristo ha ido transformando su vida para llegar a la madurez cristiana a través de una peregrinación de fe que se inició en el Bautismo y que vivió también por la configuración con Jesucristo Buen Pastor, en el seno de la Iglesia. Don Carlos lo ha vivido así, con fidelidad. Ha servido a la Archidiócesis de Sevilla durante casi 28 años. Desde la unión con Cristo, siguiendo el ejemplo de su Maestro, “pasó haciendo el bien” con su palabra, con sus gestos, con su vida entera, con el espíritu de las Bienaventuranzas: pobreza de espíritu, mansedumbre, sobrellevar el sufrimiento, hambre y sed de justicia, misericordia, limpieza de corazón, construcción de la paz, persecución por ser fieles a Dios.
Somos testigos de las muchas cualidades que el Señor le concedió, como también de su preparación y capacidad de trabajo, pero más aún somos testigos de su entrega sin límites. Desde la libertad de espíritu y, a la vez, desde la fidelidad al Señor y a la Iglesia, desarrolló su ministerio episcopal con gran intensidad y amplitud. Inteligencia, cultura, pedagogía, capacidad, entrega, formación, oración, y una actitud profunda de acogida.
8. Era un hombre espiritual y a la vez muy cercano, muy humano, muy misericordioso. Sabía escuchar, sabía esperar, sabía acompañar a las personas, a los grupos y a las instituciones. Fiel hijo de san Francisco de Asís, alegre, sencillo, entrañable. Un hombre que buscaba la unidad, la concordia, que tendía puentes, que fomentaba el diálogo interreligioso, ecuménico, intraeclesial, y también en el seno de la sociedad; que tenía una palabra amable y una sonrisa a punto para todas las personas con las que se encontraba, de cualquier edad y condición.
8. Era acogedor con todos, acompañaba y dinamizaba todas las iniciativas nobles; impulsó muchos proyectos pastorales y sociales en todo el territorio diocesano. De ahí los reconocimientos recibidos, como el de Hijo Predilecto de Andalucía o Hijo Adoptivo de la Provincia de Sevilla, y de varias localidades de la Archidiócesis. Podemos decir que a lo largo de estos 28 años de ministerio episcopal ha entrado en todos los ámbitos y estructuras, en todas las familias, en todos los corazones. En Sevilla cuidó y atendió las parroquias, acompañó la vida consagrada, activa y contemplativa, potenció los movimientos y realidades eclesiales, se entregó con generosidad a las hermandades.
9. La suya ha sido una vida entregada hasta el final. Como el grano de trigo, que si cae en tierra y muere da mucho fruto, del mismo modo sucede en nuestra vida, porque nuestra vida solo tiene sentido desde la donación, desde la entrega, desde el gastarla y desgastarla hasta morir y dar un fruto abundante. No tiene sentido reservarnos, cuidarnos, para poder vivir muchos años. No se trata de añadir años a nuestra vida, sino vida a nuestros años. Vivir la vida intensamente, desde el amor, desde la donación de uno mismo. Y vivir los años que Dios quiera, sin intentar acortarlos ni alargarlos por nuestra parte. Así ha vivido don Carlos, con una entrega generosa hasta el final, respondiendo con generosidad y alegría a las peticiones de servicios pastorales que se le solicitaban. En los últimos tiempos ha ido insistiendo de modo significativo en lo más esencial, repitiendo que todo lo debemos hacer para gloria de Dios, que debemos trabajar por Cristo Nuestro Señor,
que nos hemos de volcar con los más frágiles, con los más vulnerables, que debemos dedicar más tiempo al silencio y la oración; en los últimos tiempos repetía que “Dios siempre llega puntual”.
10. Desde que llegué a Sevilla he mantenido con él un contacto regular y muy cordial, pudiendo constatar que mantenía viva la ilusión, la alegría, la esperanza, y, sobre todo, el celo pastoral. La rotura de cadera el 22 de febrero y los contratiempos posteriores no mermaron su fortaleza de ánimo ni su amabilidad y alegría. En el Hospital Universitario de Guadalajara son testigos de su entereza y buen humor aún en las circunstancias más dolorosas. El pasado miércoles compartí un largo rato con él, con el hermano Pablo y el hermano Luis Miguel; pudimos charlar sin prisas, y rezar juntos. Hablamos de Nuestro Señor y del encuentro definitivo con Él, también de María Santísima, y de san Francisco de Asís. Él escuchaba atentamente y asentía. Al cabo de unos momentos nos dejó, con gran paz y serenidad.
11. Con esta celebración encomendamos a nuestro hermano, cardenal Carlos, al Señor. Ofrecemos por él la Eucaristía. La Eucaristía, que él celebró a lo largo de 62 años. Que desde la casa del Padre interceda por nosotros para que como familia diocesana caminemos sin miedo, por caminos seguros, por años sin término, siempre por amor del Señor. Que la Virgen de los Reyes y san Francisco de Asís lo acojan en sus brazos y lo introduzcan en la morada eterna que el Señor prepara para sus siervos fieles. Descanse en paz.
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