San John Henry Newman fue, antes que nada, un educador del alma. No lo fue en el sentido académico ni como pedagogo de aula, sino como maestro de la conciencia. En una época marcada por el positivismo, cuando la fe y la razón parecían condenadas al divorcio, Newman comprendió que la tarea más urgente de la educación era reconciliar la mente con la verdad y la inteligencia con la fe.
Para él, enseñar no consistía en transmitir información, sino en formar un juicio recto, una mirada interior capaz de reconocer la realidad tal como es. En el fondo, su pensamiento parte de una convicción profundamente cristiana: la verdad no se inventa, se descubre. Y el alma educada es aquella que se abre a esa verdad, no la que pretende modelarla a su conveniencia.
El ideal de la educación católica
Newman defendió una visión de la educación muy distinta de la que hoy domina las aulas….
Autor: INFOVATICANA
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