Por Brad Miner
Entonces uno de los ancianos me dijo: «No llores. Mira: el León de la tribu de Judá, el Retoño de David, ha vencido, de modo que puede abrir el libro y sus siete sellos».
– Apocalipsis 5,5
Hay una historia (probablemente una leyenda que hace eco del anterior relato romano de Androcles y el león) según la cual un día, en su estudio, san Jerónimo (c. 342-420), trabajando arduamente en la traducción de la Sagrada Biblia al latín, recibió la visita de un león. El animal tenía una astilla clavada en la pata y suplicó al santo que se la quitara, cosa que Jerónimo hizo, tras lo cual hombre y bestia se volvieron inseparables.
Como amante de los gatos, me encantaría tener un león como amigo, aunque no como mascota. He visto vídeos de un «susurrador de leones» sudafricano, que crió a algunos cachorros de león abandonados y siguió siendo amigo de ellos…
Autor: The Catholic Thing
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