Toda revolución abre una herida en el orden natural de las cosas. Se presenta como una liberación, pero en realidad introduce una inversión del principio: donde antes reinaba la verdad, se instala la voluntad; donde había jerarquía, surge la horizontalidad; donde existía obediencia, se exalta la autonomía.
Y, tras ese terremoto, la historia ofrece solo dos salidas: la contrarrevolución que restaura el orden o la cristalización de la revolución, que se convierte en nuevo dogma y endurece su dominio bajo apariencia de normalidad.
La lógica irreversible de las revoluciones
La revolución no dura: se consolida. Su fuerza no está en el grito inicial, sino en la costumbre que deja. Lo verdaderamente peligroso no es el caos del primer momento, sino la institucionalización del desorden, cuando los herederos de la ruptura aprenden a vivir de ella.
Cuanto más tiempo pasa sin reacción,…
Autor: Carlos Balén
Los 18 beneficios de asistir a la Santa Misa
La misa es el encuentro con Dios Nuestro Señor, pero no sólo con Él, también con nuestro interior, haciendo que mejoremos cada día más como personas. Este encuentro con Nuestro…
7 pasos para una parroquia: de tener «consumidores de sacramentos» a multiplicar los discípulos
«Id y bautizad y haced discípulos», pedía Jesús. Las parroquias, bautizar, bautizan. Bautizan a cualquier bebé que les lleven. Pero ¿hacen discípulos? Un discípulo es alguien que tiene una relación…
Consejos para una llevar una vida Cristiana
Llevar una vida Cristiana que agrade a Nuestro Creador y a Nuestra Madre, no es difícil, y menos aburrida, como muchos pueden creer. Sin embargo, necesita dedicación. No basta con…



















