Leí una vez que “solo posees verdaderamente aquello que no perderías en un naufragio”. Es decir, nada. No poseemos ni siquiera la vida, que nos podría ser arrebatada en cualquier momento y sin previo aviso.
Veo, sin embargo, a muchos que viven como si el naufragio no fuera con ellos. Aunque el barco se está hundiendo, se muestran tranquilos porque el agua aún no ha llegado a su camarote, y sestean plácidamente sin querer ver la realidad. Es el egoísmo atroz que atrofia el alma, nubla los ojos y esclerotiza el corazón. “Mientras yo esté cómodo, ya puede hundirse el barco”, piensan. Y luego, cuando es demasiado tarde, se agarran desesperados a un trozo de madera buscando únicamente su salvación, e incluso patean a todo aquel que trata de asirse para no morir ahogado. “¡Es mi trozo de madera!”, gritan. Egoísmo en estado puro hasta los últimos momentos.
Me…
Autor: Álex Navajas

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