Ante una Iglesia, «herida», «desplazada» y marcada por la persecución en Myanmar desde el golpe de estado de febrero de 2021, la ordenación de trece nuevos sacerdotes es considerada como un signo de esperanza para la minoría cristiana del país asiático.
Así se refirió a los trece nuevos sacerdotes ordenados el cardenal Maung Bo, Arzobispo de Yangon y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Myanmar, durante la ceremonia que tuvo lugar en la Catedral de Santa María de Yangon.
“La Iglesia en Myanmar está herida y desplazada. Los sacerdotes son la esperanza del pueblo. Son el refugio de los hermanos y hermanas que sufren. Myanmar necesita la reconciliación y el diálogo: por eso el sacerdote proclama la Buena Nueva y trae la paz”, expresó el purpurado.
La comunidad católica minoritaria en Myanmar tiene más de 1000 sacerdotes, alrededor de 2000 monjas religiosas y cientos de catequistas que sirven en las 16 diócesis de todo el país.
Los nuevos sacerdotes son de la Arquidiócesis de Yangon, Pathein y Pyay, y las congregaciones religiosas de la Compañía de Jesús y la Orden de los Frailes Menores.
El camino de la cruz
Debido a la violencia política desde el golpe militar, las iglesias han sido atacadas, el clero arrestado y miles de cristianos obligados a huir de sus hogares de las operaciones de combate de la junta militar.
Las diócesis de Loikaw, Pekhon, Hakha y Kalay se han visto gravemente afectadas por el conflicto. Unas 1.600 personas han sido asesinadas y 12.000 detenidas desde febrero de 2021.
El Cardenal Bo dijo además que “Myanmar está recorriendo el camino de la cruz. Los sacerdotes están ante los altares y ofrecen generosamente sus vidas por la Iglesia y por la nación”.
“El sacerdocio católico consiste en servir, no en mostrar autoridad sobre los demás; consiste en curar a los heridos y a los débiles, no en hacer daño a los demás; consiste en buscar la justicia, no en arrodillarse y rendirse, sino en proclamar que ningún poderoso gobierna el mundo, porque Dios es el Todopoderoso”.
El Purpurado recordó que “los sacerdotes promueven la dignidad humana y la justicia. Un sacerdote es Otro Cristo. Cristo es el modelo, el salvador y el guía de los sacerdotes”.
El sacerdote, «esperanza en medio de las lágrimas y sangre»
“Nos reunimos y rezamos con nuestras palabras y nuestros corazones: hay fe y esperanza en medio de los desafíos, las lágrimas y la sangre que fluye no sólo en Myanmar, sino también en el mundo”.
El Cardenal resaltó asimismo que “Cristo ha elegido a los débiles para la Iglesia. Los sacerdotes seguramente estarán llenos del Espíritu Santo. Los sacerdotes podrán curar, salvar a otros y ser testigos de la verdadera libertad”.
“El sacerdote está llamado a la santidad, a estar cerca de Dios y cerca de la gente”, subrayó.
Más de un año de conflicto
El pasado 1 de febrero de 2021, el ejército de Myanmar derrocó al Gobierno de Aung San Suu Kyi y tomó el control del país.
Desde entonces la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha denunciado las “graves violaciones de derechos humanos” en el país, que han dejado miles de fallecidos y desplazados. Entre las comunidades dañadas, la Iglesia es una de las que más está sufriendo los ataques del nuevo régimen, al ser considerada protectora de hostiles al aparato del 1 de febrero.
El Convento de las Hermanas de la Reparación, ubicado en el pueblo de Doungankha y que servía de hospital y hogar de las hermanas más ancianas de la comunidad religiosa fue uno de los últimos centros atacados por las autoridades pertenecientes a la Iglesia católica. El ataque tuvo lugar tan solo tres días después de que el ejército bombardease la iglesia de Nuestra Señora de Fátima, ubicada en la aldea de Saun Du La.
Puedes ver aquí imágenes del Convento de las Hermanas de la Reparación tras los ataques.