El día de San Pedro siempre me trae grandes recuerdos. Era el santo de mi padre y desde pequeños siempre lo celebrábamos, ya de vacaciones, en un pueblecito de la cornisa cantábrica. Para mí es sinónimo de alegría y disfrute, prados y mar, familia y felicidad. Mi padre murió muy joven, pero tengo un hermano Pedro, un hijo Pedro y dos sobrinos Pedros. Todos ellos maravillosos -en mi familia este nombre imprime carácter-, así que el 29 de junio sigue siendo un día de celebración familiar grande.
Los nombres siempre han tenido significados importantes, en la tradición cristiana definen la misión de quien lo recibe, como en el caso de San Pedro, que deja de llamarse Simón (“Tú eres Pedro y sobre esta piedra [Cefas] edificaré mi iglesia”). En otras culturas describe la personalidad, algo que nos transmiten bien películas como Bailando con lobos que es el nombre que…
Autor: Carmen Cabeza
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