Sostenía el filósofo Arthur Schopenhauer, dentro de su extremo y amargo pesimismo, que la música es, entre todas las artes, a las que atribuía el verdadero y supremo conocimiento de las cosas en sí, que la música supera a todas las demás en ese conocimiento y es la única capaz de hacernos completamente felices. Si no es así, es por lo menos cierto que el mundo que construyen e idealizan los músicos en un género como el musical norteamericano, venido a menos hoy en día, quizá porque la época no se presta para tanto optimismo, es el de una felicidad a flor de piel: toda contradicción, todo conflicto o dolor moral se disuelve y es vencido por la música, al igual que los encantamientos de Orfeo con su lira a la naturaleza y la humanidad.
Se trata de la utopía del canto como el lenguaje universal de la solidaridad y la armonía en las relaciones humanas, la que también…
Autor: Juan Diego Caicedo González / ReL
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