Autor: Enrique García-Máiquez
Ayer la Corte Suprema de Estados Unidos anuló la sentencia «Roe vs. Wade». Es una noticia magnífica, aunque todavía no sea la mejor. No prohíbe el aborto, como se dice con los nervios, sino que le quita el sistema de seguridad por el que la protección a la vida estaba vetada en Estados Unidos. A partir de ahora, la soberanía popular podrá ejercerse en los dos sentidos: o para promover el aborto o para salvar al nasciturus. Bastantes estados norteamericanos protegerán la vida, como en Europa quiere hacer Polonia. Hay leyes en ese sentido que entrarán en vigor automáticamente, pues esperaban el levantamiento del veto de la Corte Suprema.
Supone un cambio de tendencia en el primer país del mundo. Se desacraliza el aborto, que vuelve a estar sometido a la voluntad democrática. Por eso digo que no es la noticia estrictamente mejor: no sacraliza la vida. Pero algo es algo… Qué digo…