Llega el momento del Padrenuestro en la misa, y algunos fieles levantan las manos (a no mucha altura) para rezarlo; otros, se toman de la mano. Hay quien dice que lo correcto es no hacer ninguna de ambas cosas.
Cuando se pregunta a los liturgistas, algunos dicen que no está prohibido, mientras que otros señalan que no basta con que no esté prohibido para que se haga, especialmente si rompe la sensación de «unidad» del pueblo.
Es verdad que en su párrafo 42, la Instrucción General del Misal Romano dice que «la uniformidad de las posturas, que debe ser observada por todos los participantes, es signo de unidad de los miembros de la comunidad cristiana congregados para la sagrada Liturgia: expresa y promueve, en efecto, la intención y los sentimientos de los participantes».
Pero es evidente que esta «uniformidad de las posturas» es bastante laxa y no es como la de un desfile…
Autor: Pablo J. Ginés
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