La historia de José María Borrallo, nacido en una familia católica de Madrid, es un ejemplo de cómo «un minúsculo sí» de fe puede cambiar una vida por completo… e incluso salvarla.
En su caso, recuerda que desde que tiene uso de razón no se perdía una ocasión con sus padres para ir a la parroquia, recibió todos los sacramentos y acudía puntualmente a las catequesis de confirmación, con cuyo grupo forjó una estrecha relación.
Por eso, la separación del grupo de jóvenes cuando fueron confirmados fue, para él, devastadora.
«Me sentí como vacío, abandonado, como si ya no hubiese nada para mí. Desde entonces seguí yendo a misa con mis padres, pero con desidia, sin un grupo en el que integrarme», relató José María al programa Cambio de Agujas.
«A todo tren»… pero con su madre rezando sin pausa
Por aquel entonces también comenzaba su periodo de estudios…
Autor: ReL
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