Autor: Victor in vínculis
Cuando en 1979 Dios llamó al venereable Fulton Sheen [en la foto con san Juan Pablo II, cuando este visitó los EEUU], millones de americanos lo lloraron y se sintieron huérfanos. Durante años, por todos los medios de comunicación posibles, habían estado pendientes de sus palabras. Provisto de un carisma especialísimo, monseñor Sheen combinaba a la vez la elocuencia natural con el poder del Espíritu Santo. Al escucharlo se sabía entonces que Dios estaba vivo, que era magnífico y deseable. El obispo Sheen propagaba tal luz que todas las radios se lo peleaban, seguras que él les haría sobrepasar por mucho sus índices de audiencia registrados hasta entonces. Su famosa serie televisiva La vida vale la pena de ser vivida, contaba con unos treinta millones de telespectadores por semana.
Este gran arzobispo, este gigante de la evangelización, tenía un secreto. Como todos los grandes…

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