Un joven ejecutivo tenía pasión por conducir los fines de semana su coche deportivo hasta el chalet que poseía en la montaña. Aunque la carretera tenía muchas curvas, su experiencia y el conocimiento de la misma le permitía conducir a gran velocidad. Un día, al tomar una curva se encontró con un coche que parecía haber perdido el control, invadiendo su carril. Logró esquivarlo a la vez que oía cómo el conductor del otro coche le gritaba: “cerdo”. En ese momento, unió a su enfado la ira por el insulto y sacando la cabeza por la ventanilla le gritó: “cerdo tú”. Tomó la siguiente curva, muy cerrada, y chocó con un gran cerdo muerto que estaba en la carretera con consecuencias trágicas. El joven había interpretado como insulto lo que era una llamada de atención que podría haberle evitado el accidente.
Una vez más nos encontramos con una “jugada de la…
Autor: Por mí, que no quede
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