En alguna ocasión anterior hemos advertido que el ateo resulta con frecuencia el mejor teólogo. Así ocurre, por ejemplo, con el ateo por la gracia de Dios Buñuel, cuando señala los peligros del activismo religioso en la lúcida y feroz Viridiana. Así ocurre también con el descreído Sorrentino, quien en la serie El joven Papa nos muestra su nostalgia de una Iglesia que combate sin remilgos la opinión del mundo y restaura la liturgia tridentina. Buñuel, lo mismo que Sorrentino, intuye genialmente que la Iglesia pierde fieles y se vuelve inane por adaptarse a los tiempos, por adherirse a las ideas circulantes y hegemónicas, por acatar las modas y los usos de cada época.
Algo semejante avizora el italiano Guido Morselli (1912-1973) en su novela Roma sin Papa, una admirable sátira futurista escrita que prueba a imaginar la situación de la Iglesia en el futuro, inspirándose…
Autor: Juan Manuel de Prada
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