La constitución Sacrosanctum Concilium trazó líneas fundamentales, pautas de trabajo a fin de que la liturgia sea u manantial de espiritualidad y los fieles encuentren en la liturgia la misma vida espiritual, beban en la liturgia el espíritu verdaderamente cristiano, uniéndose al Señor y siendo transformados por Él.
La liturgia es de la Iglesia, por tanto, de todo el Cuerpo místico, y no es clerical, ni privilegio del clero: es de la Iglesia, pertenece a todos. Y celebrar la liturgia compromete la vida, la existencia cristiana queda marcada: se ofrecen los fieles con Cristo y así se perfeccionen día a día por Cristo mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios sea todo en todos (SC 48). Por eso la Iglesia procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores (SC 48).
Autor: Javier Sánchez
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